En estos días de 1822, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar instruyó a José Rafael Revenga, ministro entonces de exteriores que se encontraba en Londres, para que presentara formal protesta ante el gobierno del rey Jorge IV por la ocupación de territorios en Guayana de la entonces Colombia por colonos de Demerara y Berbice.
Se cumplen entonces dos siglos del comienzo de la usurpación inglesa en lo que hoy es el territorio en reclamación del Esequibo.
Opuestos todos al despojo, en enero de 2021 la recién instalada Asamblea Nacional designó por unanimidad una Comisión Especial para la Defensa del Territorio de la Guayana Esequiba presidida por el diputado Hernann Escarrá, quien ha insistido en el diálogo directo entre Venezuela y Guyana para resolver la controversia en el marco del Acuerdo de Ginebra cuyo artículo I dispone:
“Se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e irrito”.
El reclamo de Venezuela, justo por lo demás, se basa en la historia y la geografía. Alcanzada la independencia, las nacientes repúblicas se acogieron al principio “Utis Possidetis Juris” conservando los mismos territorios que las antiguas provincias bajo el imperio español. Constituida Colombia la frontera oriental de la Guayana estaba demarcada por el río Esequibo; escindida Venezuela en propiedad pasó a serla de esta.
La demarcación unilateral de la frontera de Venezuela con la entonces Guayana inglesa adelantada por Schomburgk, encargado por el gobierno del reino, usurpó en 1835 casi 5 mil km². de territorio venezolano para luego en 1840 extender la usurpación a poco más de 140 mil km². No conformes, los ingleses elevaron en 1897 hasta más de 200 mil km². sus pretendidas aspiraciones. Tras la firma en Washington de un tratado de arbitramiento se produjo una sentencia arbitral ilegitima a todo evento: el Laudo arbitral del 3 de octubre de 1899 sobre el que en “Los Procedimientos Internacionales de Arbitraje”, el reconocido jurista Gillis Weter concluye “…Ese laudo Arbitral constituye el obstáculo fundamental para que se consolide la fe de los pueblos en el arbitraje y en la solución de controversias por vías pacíficas. Tal sentencia adolece de serios vicios procesales y sustantivos, y fue objeto de una componenda de tipo político”.
Hoy no hay delimitación ni demarcación de las fronteras terrestres entre Venezuela y Guyana y por consiguiente tampoco en la fachada atlántica del territorio esequibo y del delta del río Orinoco a pesar, en este último caso, que gobiernos guyaneses han tratado de establecerlas unilateralmente ignorando el principio del Derecho Internacional Público que dispone “una frontera marítima no se puede delimitar si la frontera terrestre no ha sido fijada”.
En los 159.000 km² que Venezuela reivindica, tras una lamentable historia de usurpaciones, se encuentran ricos yacimientos de bauxita, manganeso, oro y diamantes mientras que se explora en búsqueda de uranio, petróleo y gas natural. Es una vasta región con un potencial extraordinario que gestionada eficientemente pudiera generar inmensos beneficios no solo para los venezolanos y venezolanas sino también porque no afirmarlo para el pueblo guyanés.
La superficie total que ocupa Guyana es de 214,969 km². Es ingenuo creer que dialogando el vecino país cederá las tres cuartas partes de su territorio. La opción que sea la Corte Internacional de Justicia la que resuelva el conflicto, a la cual recurrió Guyana en 2018, es inaceptable para Venezuela e impensable, en estos tiempos, una solución militar por lo que se impone encontrar nuevas alternativas que permitan avanzar en procura de un arreglo definitivo que satisfaga a ambas partes. El colocar la zona en reclamación bajo un régimen internacional de administración fiduciaria como resultado de una entente entre Venezuela y Guyana dándole el trato de Territorio en Fideicomiso pudiera ser una opción creativa que evite una sucesión de protocolos de Puerto España, en palabras de Buzz Lightyear, “hasta el infinito y más allá”.
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