65 años atrás, centenares de estudiantes de la Universidad Central de Venezuela y de la Católica Andrés Bello se echaron a las calles en rechazo de la dictadura perezjimenista y en reclamo de libertad y democracia.
Fue muy dura la jornada y los días siguientes, con los jóvenes de entonces exigiendo con coraje el fin de la tiranía y repudiando el amañado plebiscito convocado para el mes siguiente. La represión se tornó implacable con los cuerpos de seguridad desatados. Decenas terminaron en la cárcel donde la tortura era constante.
Venezuela sumaba ya una década bajo el yugo de un régimen despótico nacido en el desconocimiento de la voluntad popular que había convertido en presidente, el primero electo en votaciones universales, directas y secretas, al maestro Rómulo Gallegos -fundador de Acción Democrática-. Pocos se hubiesen atrevido pronosticar que la rebeldía estudiantil del 21 de noviembre de 1957 llevaría a la madrugada del 23 de enero de 1958 cuando el dictador huyó precipitadamente Pero así sucedió.
Recordar la fecha y con ella los hechos es importante; reconocer a los protagonistas obligante, pero en la Venezuela de hoy ¿es suficiente?
En cada tiempo de nuestra historia nacional, los jóvenes han tenido un rol protagónico y basta citar el ejemplo bravío de los estudiantes del seminario de Caracas -semillero de la posterior Universidad de Caracas y de la ahora Central- el 12 de febrero de 1814 en La Victoria.
Hoy están llamados nuevamente nuestros líderes juveniles universitarios a asumir un rol mucho más activo en la forja de una Venezuela diferente donde por cierto la educación será clave y no puede pasar por alto lo que es firme convicción:
No habrá una Venezuela diferente, como la que soñamos, como los venezolanos y venezolanas merecemos, sino hay una educación diferente y eso si es una responsabilidad que tenemos nosotros para con las generaciones que nos relevarán.
Es cierto que se ha avanzado en la masificación. La propia UNESCO reconoció tiempo atrás el incremento en la matricula en cada nivel del sistema educativo si bien la pandemia y la ola migratoria ha devenido en retrocesos que la más reciente ENCOVI 2022 cifra en miles de desertores de las aulas.
Educación de calidad, calidad total, calidad integral, con elevadas exigencias, basada en el desarrollo de competencias, multilingüe, currículos flexibles actualizados permanentemente, innovadora y pertinente, que promueva el espíritu crítico y el sentido de equipo, de conectivismo global.
En palabras de Enríquez Clavero:
“Que los estudiantes salgan de la universidad -que yo ampliaría a que salgan de nuestras instituciones educativas- portando no sólo sus diplomas de graduación sino también, conocimiento relevante para vivir en sociedad, junto con la destreza para aplicarlo y adaptarlo a un mundo en constante cambio”.
“Estudiar y luchar” proclamaba una consigna que infinitas veces coreamos cuando era dirigente universitario. “Estudiar y luchar” es mi invitación entusiasta hoy a los estudiantes universitarios en su día, estudiar para ser mejores y luchar hasta el cansancio para que preservando la paz mañana sus hijos, y los hijos de sus hijos que ya vendrán, vivan en una mejor Venezuela.
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