El segundo capítulo de La Casa del Dragón, en HBO Max, deja claro cómo de cruel será la lucha por el poder total. A la vez, revela de manera parcial quiénes serán los llamados a optar al trono. La serie, que muestra en su inédita introducción un hilo de sangre que recorre parajes y salones, apunta en una dirección. La sangre Targaryen está entretejida con la violencia de su historia. Un punto que nuevo episodio destaca con cuidado.
La amenaza de la codicia está más cerca del trono, lo que podría suponerse. Lo que es aún más preocupante: el Rey Viserys I deberá lidiar con la posibilidad de tomar decisiones de vida o muerte. El hasta ahora imbatible poder de su casa se tambalea debido a los endebles elementos que la sostienen.
Alrededor del Rey viudo y con una heredera femenina, nada parece muy claro y mucho menos estable. Particularmente, una vez que el argumento muestra los hilos de manipulación. Otto Hightower, que fue la Mano del Rey Jaehaerys I, tiene la astucia suficiente para comprender las debilidades del nuevo ocupante del Trono de Hierro. En especial, a medida que se hace más evidente que el regente necesita reforzar su posición frente a un reino desconfiado y hostil.
La Casa del Dragón es la nueva serie del universo de Juego de Tronos
Nombrar a Rhaenyra como su sucesora legítima fue quizás un movimiento inevitable para alejar a Daemon del trono. No obstante, el coste fue alto. Tanto, como para sacudir el precario equilibrio de los Siete Reinos en la era de La Casa del Dragón.
Un peligro silencioso que emerge de los lugares más inesperados
Ser Otto lo sabe. No solo maniobró con cuidado, decisión y eficacia para lograr que Daemon Targaryen fuera apartado de la corte. Una estrategia que le permitió conjurar el riesgo de la lealtad del ejército de capas doradas por el príncipe. Después de todo, se trataba de miles de hombres armados y entrenados que podían defender la posición de Daemon. Otto supo encontrar cómo frenar el avance en el dominio del supuesto heredero. Además, con la suficiente eficacia para vetar cualquier otro intento de mostrar poder como parte de la familia real.
También logró que Viserys I nombrara a una heredera que obligara a replantearse los muy marcados y tradicionales límites políticos en Poniente. Unos que se demostraron con Rhaenys Targaryen, la llamada “reina que nunca fue” apartada del trono debido a su género. Ahora, la prueba es más dura. Lo cual pone al monarca en la complicada situación de decidir su futuro con la mayor rapidez que pueda.
¿Aceptarán los grandes señores de Poniente a una mujer el Trono de Hierro? Hay un juramento de por medio, pero el segundo episodio de La Casa del Dragón demuestra que no es tan simple cambiar la historia en favor de una situación sorpresiva.
Viserys I tiene la certeza de que, tarde o temprano, deberá enfrentar un cisma entre facciones de control. Buena parte del segundo capítulo de La Casa del Dragón demuestra que el Rey comprende la complejidad del escenario que enfrenta. Al mismo tiempo, las pocas piezas que puede mover a su favor. Todas las posibilidades parecen desfavorables. Incluso, alguna podría involucrar que pueda enfermar y morir. Algo que tanto el primer episodio como el segundo anuncian con sutileza.
Una enfermedad desconocida avanza en el cuerpo del regente. Por ahora, no hay explicación sobre sus consecuencias o si se cobrará su vida. Pero su debilidad es evidente. Su desaparición física no se trata, entonces, de una posibilidad a mediano plazo. La responsabilidad que el rey debe cumplir con el futuro de una dinastía, que abarca ya cinco reinados completos, exige determinación.
El segundo episodio hace un notorio hincapié en el hecho que la sucesión está asegurada, pero eso no demuestra estabilidad. Por el contrario, un líder de un territorio tan amplio y codiciado como los Siete Reinos debe exhibir su fortaleza en una circunstancia semejante. Viserys I, con el peso de mantener la unidad, necesita dejar claro que la casa Targaryen no pierde influencia.
El Rey en busca de un hilo que le una al futuro
¿Cómo lograrlo? Un matrimonio sería la solución concreta, inmediata y bien vista. Uno ventajoso, a ser posible con una mujer de la casa Targaryen. Pero apenas hay candidatas que reúnan los específicos requisitos. La más próxima es la princesa Laena Velaryon, hija de Corlys y Rhaenys. Se trata de una niña, tan pequeña como para provocar la incomodidad del rey. “No tendría que irme a la cama con usted, sino a los catorce años”, explica la jovencísima pariente a un avergonzado Viserys. No obstante, el vínculo entre ambos cerraría filas alrededor del Trono de Hierro y abriría de nuevo la esperanza de un heredero varón.
Sin embargo, el enlace tiene un inconveniente mayor. Pondría muy cerca del poder al Señor de las Mareas, que tiene ambiciones propias. Mucho más a Rhaenys, cuyo resentimiento por los señores de Poniente es cada vez más notorio. “Los hombres preferirán que el reino arda antes de ver a una mujer en el Trono de Hierro”, anuncia a Rhaenyra. Lo cual resume el hecho de que no importa el solemne juramento que cerró el primer capítulo de La Casa del Dragón: la situación para el monarca viudo pende de un hilo.
Tal vez por eso, la doncella encantadora y sensible Alicent Hightower sea de pronto algo más que una amable compañía para un hombre que sufre. Al final, es la respuesta al dilema del regente. El segundo capítulo de la serie deja claro que la joven, confidente de la aislada Rhaenyra no es tan inofensiva como pareció hasta ahora. Cada uno de sus pasos, decisiones y amables escuchas estuvieron encaminadas en convertirse en la única opción matrimonial del rey. Una que además asegura una alianza quizás no tan beneficiosa, pero sí bajo el ámbito de influencia de una casa como la Hightower, considerada honorable.
Es notorio, entonces, que los consejos de su padre sobre su constante compañía a Viserys no eran solo obra de la buena intención. El nuevo episodio de La Casa del Dragón describe un juego de veladas intenciones que se construyen pieza a pieza. Mucho más inquietante, que se encaminan en dirección a la posibilidad de una decisión que haga de Otto Hightower el hombre más poderoso del reino.
Nada es lo que parece en La casa del Dragón
¿Es la Mano del Rey una amenaza? ¿Desea mantener a toda costa su lugar en la corte? Son las pregunta que plantea el segundo capítulo de La Casa del Dragón. En particular, a medida que la tensión entre Viserys y sus hombres más cercanos es más evidente que nunca. Una mujer con investidura de heredera pone en entredicho no al regente como figura y al Trono de Hierro como institución. ¿En qué posición deja esa eventualidad a su consejero?
Por el momento, el hombre detrás del poder trabaja con discreción en los problemas más urgentes del inestable reinado de Viserys. Pero Otto Hightower no intenta maniobrar para mantener su influencia. No del todo. Es lo que deja entrever un capítulo lleno de insinuaciones que vincula la posibilidad de un plan mayor del hombre más inesperado.
A primera vista, cada una de las decisiones de Ser Hightower, parecen llevar a que se mantenga el legado pacífico de Jaehaerys I. Pero no todo es tan sencillo con un personaje que avanza de manera sigilosa. Uno de los puntos de mayor interés del segundo capítulo es descubrir una estratagema cuidadosa, bien planeada y a largo plazo. El argumento dejó entrever que el comportamiento del consejero es mucho más ambiguo que solo el compromiso de mantener la estabilidad.
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Con Daemon en Rocadragón convertido en símbolo de una posible rebelión latente, el matrimonio del Rey es ahora una prioridad. Mucho más cuando la decisión matrimonial de la corona impacta en los intereses de Corlys Velaryon. Ser Hightower lo sabe y tiene toda la paciencia que puede tener un hombre para aguardar el poder absoluto.
“No toda la sabiduría procede de lo que dice libro, sino lo que se mira”, dice la Mano del Rey a su hija, el eslabón más importante en una cadena de intrigas. El mensaje más urgente — casi una amenaza — que deja el impecable guion del segundo episodio de La Casa del Dragón.
Con información de Hipertextual
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