La baja mortalidad -solamente 190 decesos por más de medio millón de personas contagiadas- de la ola de Covid-19 que registra Shanghái, la mayor ciudad de China, intriga a muchos expertos.
¿Cuál es el balance del Covid-19?
El gigante asiático ha contenido el balance a menos de 5.000 víctimas mortales desde la detección del coronavirus a finales de 2019 en la ciudad de Wuhan, en el centro del país.
En cuanto a los contagios confirmados, se elevan a 200.000 casos sintomáticos y 470.000 asintomáticos según los balances oficiales.
Shanghái, la ciudad más castigada del país por la variante ómicron, registra una tasa de mortalidad de 0,036%, es decir, 36 muertes por cada 100.000 infectados desde el 1 de marzo.
La tasa es inferior a la que presentan países erigidos en ejemplo de la gestión de la pandemia como Nueva Zelanda (0,07%).
Si Shanghái hubiera tenido la misma tasa de letalidad que el país oceánico, la metrópolis debería contar con «más de 300 muertos», afirmó con escepticismo el epidemiólogo Michael Baker, de la universidad Otago de Nueva Zelanda.
Prabhat Jha, epidemiólogo en la Universidad de Toronto, opinó que la mortalidad del brote actual puede ser «un número muy elevado» dado el amplio número de mayores sin vacunar y la baja tasa de eficiencia de los inmunizantes usados en el país.
¿Cuál es la explicación?
Desde el inicio de la epidemia, China ha seguido una estrategia de covid cero que se basa en precoces confinamientos cuando se detectan casos y test masivos para identificar a todos los infectados y aislarlos.
Este método permite «limitar al máximo» el contagio y «evitar» una saturación de los recursos médicos que provocaría más decesos, estimó el epidemiólogo Wu Zunyou, una de las figuras de la lucha anticovid en China.
Los repetidos cribados a gran escala de una parte de la población aumentan también «las posibilidades de detectar (precozmente) los casos asintomáticos» o leves, según el virólogo Leong Hoe Nam, residente en Singapur.
Según esta teoría, la distorsión no obedecería a la cifra de mortalidad sino a la de contagios oficialmente detectados, que sería más elevada gracias a su estrategia de combate de la pandemia.
¿Qué parte de verdad?
«Aun así, sigue habiendo un desfase entre los casos identificados y las personas que terminan enfermas y mueren» del virus, indicó Baker, sugiriendo que el balance de Shanghái podría crecer todavía más.
En Wuhan, primera ciudad confinada al principio de la pandemia, las autoridades revisaron posteriormente la cifra de víctimas mortales para aumentarla en 50%.
Otra explicación puede ser el criterio «muy estricto de clasificación de las muertes vinculadas de covid-19», dijo Paul Tambyah, presidente de la Sociedad de Microbiología e Infección Clínica de Asia-Pacífico.
Según este criterio, las personas con patologías previas que se ven agravadas por el covid no se incluyen en el balance oficial si mueren después de haberse curado del virus.
En otros países, el recuento es más amplio. El Reino Unido, por ejemplo, incluye como víctima del virus a cualquier persona fallecida en los 28 días posteriores a dar positivo, «incluidas las víctimas de accidentes de tráfico», indicó Tambyah.
Las cifras en China son «muy políticas», afirma el infectólogo Mai He, de la Universidad de Washington.
Especialmente en esta crisis en la que el poder comunista ha tratado de presentar su gestión de la pandemia como prueba de la superioridad de su sistema político autoritario frente a los mortíferos balances de muchas democracias occidentales.
¿Casos no contabilizados?
China se muestra «timorata» respecto a las cifras de mortalidad, afirmó a AFP Ariel Karlinsky, asesor de la OMS en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Comparar el número de decesos por cualquier causa en China desde 2020 y compararlo con los años precedentes a la pandemia daría una visión más justa de la situación, estimó este experto.
Pero estas cifras no son públicas y solo fueron comunicadas en detalle a «investigadores seleccionados», lamentó.
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