Entre mitos y estigmas, la enfermedad mental sigue siendo un tabú. Es hora de hablar, informar y actuar sobre la depresión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un trastorno mental frecuente, caracterizado por la tristeza persistente, pérdida de interés en actividades cotidiana y dificultad para funcionar.
En Monagas como en el resto del mundo, hay una enfermedad silenciosa que, aunque aparece en los titulares, sigue destruyendo familia. Detrás de cada caso, hay historias de dolor silenciado, familias desorientadas y una comunidad que por desconocimiento o prejuicios, perpetúa el estigma.
Síntomas tan “inofensivos” como irritabilidad constante, fatiga crónica sin causa médica, cambios abruptos en el sueño o el apetito, aislamiento social progresivo, acompañado de frases como “estoy cansado de todo” o “nada tiene sentido” pueden ser el indicativo de la presencia de la enfermedad en el organismo, ya que, aunque sutiles, son gritos de auxilio. Minimizarlas con “ponle voluntad” o “todos tenemos problemas”, solo profundizan el daño.
En una sociedad que glorifica el aguante, el rol de la familia es vital para el socorro de los afectados, un “aquí estoy para lo que necesites” vale más que mil sermones. Escuchar sin juzgar es sin duda el principal apoyo que la familia debe brindar, lo siguiente es acompañar en el tratamiento.
La depresión no es algo pasajero y requiere atención profesional (psicólogos, psiquiatras). Ignorar esto por creer que “un té para los nervios lo calmará todo” es peligroso, no es momento de culpabilizar, decir “tienes todo, ¿por qué estás así?” solo incrementa la culpa del enfermo.
“Informar sin dañar”, esa debería ser la premisa de los medios de comunicación al dar a conocer los casos de suicidio, y como dijo Ludwing Mies van der Rohe: “Menos es más”, no es necesario un titular sensacionalista y tampoco un artículo que explique a detalles el desarrollo de los hechos, como medios de comunicación se puede considerar que las noticias de suicidio “venden”.
Sin embargo, es momento de humanizar los canales informativos y mostrar historias de recuperación para dar esperanza, además de promover las líneas de ayuda que dispone la localidad.
En conclusión, la sociedad tiene una deuda con la salud mental, romper el tabú empieza por hablar con empatía, informar con responsabilidad y normalizar la atención psicológica.
Si reconoces algunos de estos síntomas en ti o en alguien cercano, busca ayuda. La depresión es tratable, y cada vida salvada es un triunfo colectivo.


Con información de Emperatriz Hernández
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