Los mensajes manifiestos del aumento de bonos laborales son que no se pudo aumentar los sueldos, que fueron decretados en dólares, que los montos asignados están indexados y que el petróleo pagará la cuenta con la macolla.
Sin embargo, los mensajes latentes, no mencionados, son poderosos.
No se pudo aumentar el sueldo porque no se produce y porque las prestaciones son impagables. Esto lo ha dicho la empresa privada por décadas, pero los gobernantes populistas anteriores fueron sordos y tapaban sus errores con petróleo. Por fin, y aún con una alta producción petrolera, Teodoro Petkoff, imposible de descalificar como derechista, lideró la reformulación del régimen de prestaciones de manera que fueran pagables. Teodoro entendió que el exceso de protección a los trabajadores termina siendo reaccionario porque aumenta los costos de crear un empleo a tal punto que los inversionistas evitan crearlos. Esas protecciones excesivas también son inicuas porque protegen en exceso a la minoría que tiene un empleo formal bien pagado, pero esos excesos hacen que quienes no tienen esos trabajos privilegiados nunca los tengan porque pocos se los pueden ofrecer.
Por eso el porcentaje de empleados informales en Venezuela siempre ha sido mayor que el de empleados formales y, dicho sea de paso, una de las razones por las cuales las mayorías se cansaron de votar por AD y Copei y votaron por un outsider llamado Hugo Chávez. Pero, bajo su mandato, se produjo un enjambre de leyes laborales reaccionarias que, primero, encarecieron la creación de empleos y que ahora han contribuido a la banca rota del gobierno.
Aún así, los trabajadores prefieren bonos, aunque sus supuestos líderes reclamen sueldos, porque no generan descuentos parafiscales, como el INCES, el Seguro Social, el Ahorro Habitacional, etc., que no benefician al trabajador, sino que sirven para pagar unas burocracias que tienen mala imagen, como improductivas, desconsideradas y mal pagadas.
Otro mansaje latente es que, si los bonos fueron decretados en dólares, es porque el bolívar no cumple sus funciones como reserva de valor (pierde valor en el corto plazo) ni como medio de cambio (no hay suficientes bolívares para efectuar las transacciones).
Pero, más allá, la indexación significa que la devaluación va a continuar. Eso no se mencionó en el anuncio de los bonos. Siendo la devaluación una enfermedad de la economía, había que anunciar los remedios a aplicarle.
La devaluación ocurre porque nuestra inflación es mayor que la de nuestros socios comerciales. Pero tampoco se anunció un remedio contra la inflación. La inflación nos perseguirá mientras el bolívar pierda valor porque nuestra economía real decaiga. En cambio, la economía de nuestros socios comerciales tiende a mantenerse o a crecer.
Para evitar la inflación y su consecuencia, la devaluación, Venezuela necesita más inversión, producción, productividad, diversificación de la producción y de sus exportaciones, y menos restricciones de la liquidez. Pero, en el anuncio de los bonos, no se mencionaron medidas para hacer crecer la economía, el respaldo del bolívar.
Lo más ausente en los anuncios sobre los bonos es el tema de la reducción de los empleados públicos. El engrosar las nóminas del sector público ha sido un mandamiento de todo gobierno concentrador de poder y populista en los últimos 100 años, desde que apareció el petróleo, con la excepción de CAP II. La reducción de empleados públicos se puede lograr mediante dos mecanismos: A. La Democratización del Capital de las empresas del Estado, pasando así sus trabajadores a ser empleados privados o de empresas mixtas. B. El apoyo a los empleados públicos excedentarios y mal pagados (la mayoría) para formarse en los oficios que actualmente desempeñan informalmente, “matando tigres”, para hacerse profesionales. Quienes se especializan en dichos oficios, tienden a multiplicar sus ingresos entre 10 y 15 veces y a descubrir su dignidad personal.
El seguro de la macolla de pozos petroleros para pagar la indexación es más de los mismo: 100 años usando el rentismo para cubrir las fallas de los gobiernos. Los sueldos no se pueden aumentar a menos que estén respaldados por producción y productividad. Aquellos relacionados a servicios gratuitos, deben ser financiados por impuestos provenientes de diversas actividades no rentistas a través de las cuales muchos paguen pocos impuestos; en vez de que pocos paguen muchos.
Como ven, aquí hay muchas verdades, políticamente incorrectas, pero tan grandes como las pirámides. Lo que pasa es que nadie las nombra por lo que “el emperador siempre va desnudo” y nadie se lo dice, aunque luzca mal, ni quiera oírlas.
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