El tipo de alimentación es un factor decisivo a la hora de desarrollar enfermedades como el Alzhéimer, y hay evidencias científicas que demuestran que determinados nutrientes ayudan a prevenir problemas de salud, mientras que otros contribuyen a su aparición, como ocurre con los alimentos procesados.
Un nuevo estudio ha encontrado ahora que las personas que siguen la dieta mediterránea tienen menos placas de beta amiloide y ovillos de proteína tau en el cerebro, que se consideran causas de la enfermedad de Alzheimer.
En la dieta mediterránea se prioriza el consumo de alimentos como verduras, frutas, legumbres y tres o más raciones de pescado a la semana, acompañados de cereales integrales y grasas saludables como el aceite de oliva virgen extra y en el ámbito de un estilo de vida que incluya la práctica regular de ejercicio físico.
Los hallazgos se han publicado en Neurology, la revista de la Asociación Americana de Neurología, y aunque muestran una asociación entre el consumo habitual de estas dietas y una menor presencia de placas y ovillos asociados al alzhéimer, no han establecido una relación de causa y efecto.
“Estos resultados son emocionantes: la mejora en las dietas de las personas en solo un área, como comer más de seis porciones de vegetales de hoja verde por semana o no comer alimentos fritos, se asoció con menos placas de amiloide en el cerebro similar a ser unos cuatro años más jóvenes”.
Puja Agarwal, Universidad RUSH en Chicago (autora del estudio)
“Aunque nuestra investigación no prueba que una dieta saludable disminuya los depósitos cerebrales de placas amiloides, también conocido como un signo de la enfermedad de Alzheimer, sabemos que existe una relación y seguir lamediterránea puede ser una manera de mejorar la salud cerebral y proteger la cognición a medida que las personas envejecen”.
Un cerebro más joven y libre de Alzhéimer asociado al tipo de dieta
En la investigación participaron 581 personas con una edad promedio de 84 años que habían donado sus cerebros para que se hiciesen estudios sobre la demencia y que respondieron cuestionarios anuales informando sobre las cantidades que consumían de alimentos clasificados en diversas categorías.
El fallecimiento se produjo un promedio de siete años después de comenzar el estudio y justo antes de la muerte el 39% de estas personas habían sido diagnosticadas de demencia. El examen post-mortem confirmó que el 66% cumplía los criterios para la enfermedad de Alzheimer.
Se establecieron 11 categorías de alimentos para la dieta mediterránea, y se asignó una puntuación de cero a 55, siendo las puntuaciones más altas cuanto mayor era la adherencia a la dieta en función de estas categorías: cereales integrales, frutas, verduras, legumbres, aceite de oliva, pescado y patatas. Las puntuaciones que recibieron fueron más bajas si comían carnes rojas, aves y productos lácteos enteros.
Los participantes fueron divididos en tres grupos para cada dieta y se compararon a los de los grupos más altos con los de los grupos más bajos. Las personas del grupo más alto en la dieta mediterránea tenían una puntuación media de 35, frente a las del grupo más bajo cuya puntuación media era de 26.
Durante la autopsia los investigadores examinaron los cerebros para comprobar las cantidades de beta amiloide y de tau –que se pueden encontrar también en los cerebros de adultos mayores con cognición normal– y clasificaron la calidad de la dieta de cada individuo según la puntuación obtenida por sus respuestas al cuestionario. Después, ajustaron factores que podrían influir como la edad en el momento de la muerte, el sexo, el nivel educativo, la ingesta calórica total y la presencia de un gen relacionado con un mayor riesgo de desarrollar este tipo de demencia.
Comprobaron que las personas con una puntuación más alta por su adherencia a la dieta mediterránea tenían cantidades promedio de placa y ovillos en el cerebro similar a tener 18 años menos que aquellas que obtuvieron la puntuación más baja.
Cuando analizaron los componentes individuales de la dieta, los investigadores observaron que los individuos que consumían la mayor cantidad de vegetales de hoja verde –siete o más porciones por semana– tenían cantidades de placa en el cerebro correspondientes a ser casi 19 años más jóvenes que las personas que comían menos alimentos de este tipo (una o menos porciones por semana).
“Nuestro hallazgo de que comer más vegetales de hoja verde está asociado en sí mismo con menos signos de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro es lo suficientemente intrigante como para que las personas consideren agregar más de estos vegetales a su dieta”, dijo Agarwal, que añade que “se necesitan estudios futuros para establecer aún más nuestros hallazgos”.
Con información de NV
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