Mucho se habla en estos tiempos de la Inteligencia Artificial (IA) que en verdad no es nada nuevo. Desde hace más de medio siglo científicos trabajan en el desarrollo de sistemas de IA.
La IA se refiere a la capacidad de las máquinas para imitar o superar la inteligencia humana en tareas específicas. Es un campo interdisciplinario que involucra a la ciencia de la computación, la psicología, la filosofía y la neurociencia, entre otras.
La IA se basa en algoritmos y modelos matemáticos complejos que permiten a las máquinas aprender y mejorar a partir de datos. Esto implica el uso de técnicas de aprendizaje automático, redes neuronales artificiales, procesamiento del lenguaje natural y visión por computadora.
La IA se utiliza ya en una amplia variedad de aplicaciones, desde sistemas de recomendación de películas en línea hasta robots autónomos y diagnóstico médico asistido por ordenador. A medida que la tecnología continúa avanzando, se espera que la IA tenga un impacto cada vez mayor en nuestra vida cotidiana y en la forma en que se llevan a cabo los negocios y la investigación.
Es cierto que existen reservas con la IA. Más de 1,000 destacados profesionales liderados por Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX, Steve Wozniak, fundador de Apple y el historiador Yuval Noah Harari, hicieron pública recientemente una carta en la cual solicitan diferir la implementación de las nuevas inteligencias artificiales durante seis meses. La carta va dirigida a los laboratorios de IA que están ahora sumidos, según afirman en la correspondencia, en una carrera descontrolada que impide gestionar y controlar adecuadamente los «profundos riesgos para la sociedad y la humanidad» que suponen.
«La IA avanzada podría representar un cambio profundo en la historia de la vida en la Tierra, y debería planificarse y gestionarse con el cuidado y los recursos correspondientes» señalan Musk, Wozniack, Noah y demás firmantes para agregar «Lamentablemente, este nivel de planificación y gestión no se está produciendo, a pesar de que en los últimos meses los laboratorios de IA se han enzarzado en una carrera fuera de control para desarrollar y desplegar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie -ni siquiera sus creadores- puede entender, predecir o controlar de forma fiable.»
Son muchas las plataformas de IA existentes y disponibles: TensorFlow de Google; PyTorch y Caffe2 de Facebook; Keras de TensorFlow; Theano de la Universidad de Montreal; Microsoft Azure Cognitive Services; IBM Watson; Amazon Web Services (AWS) AI Platform; SAS Analytics; MATLAB de MathWorks pero no hay duda que la que ha popularizado su uso y generado el “boom” reciente es “ChatGPT” que se refiere a un modelo de lenguaje natural llamado «Generative Pre-trained Transformer» (GPT) desarrollado por OpenAI, que utiliza una red neuronal para generar texto coherente en respuesta a una entrada de texto dada. Luego del éxito de ChatGPT3 ya está a mano ChatGPT4.
Por cierto, esta columna la escribo apoyándome en ChatGPT4. Lo que hasta el pasado fin de semana me ocupaba largas horas para concluir una versión a satisfacción que publican desde hace unos 10 años una cincuentena de medios digitales e impresos, hoy me llevó unos pocos minutos.
La IA tiene una amplia variedad de aplicaciones en muchos campos y sectores, entre tantos: automatización de procesos; análisis de datos; asistentes virtuales; sistemas de recomendación; análisis de imágenes; gestión de transporte; traducción de idiomas.
La adopción de IA está en constante crecimiento en todo el mundo y su uso es imparable. Como cada gran innovación en la historia de la humanidad, desde la rueda hasta el teléfono celular, terminará siendo aceptada y utilizada y muy pocos quedarán atrás.
En cuanto a la adopción, mucho más al desarrollo, Venezuela se encuentra a la cola del mundo en IA. Nadie pretende que se compita con gigantes como Estados Unidos, China, Japón, Reino Unido y Alemania, que lideran en este campo, pero es obligante que gobierno, universidades y empresas comiencen a esforzarse para hacer de la IA un instrumento para el cambio, el progreso y el bienestar generalizado.
Saltando a otro asunto: le pregunto a mi ChatGPT4 si es posible que el gobierno de Venezuela cambie y me responde textualmente:
“Hay varias formas en que el gobierno de Venezuela podría cambiar, pero cada una de ellas presenta desafíos significativos y no existe una solución fácil. Es importante que los esfuerzos se centren en encontrar soluciones pacíficas y democráticas que respeten los derechos humanos y las libertades fundamentales del pueblo de Venezuela”. Nada distinto a lo que proclamamos sin cansarnos.
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