Hagamos propositiva la simple intención de lograrlo. En primer lugar, el escenario ideal es trabajar en lo que tanto nos gusta, en un ambiente que corresponda a nuestro propósito, pero un número gigante de personas trabajan por la sola necesidad económica sin gustarle el ambiente ni la labor asignada.
En esos casos el desafío de la organización es revertir esa sensación y aplicar herramientas para lograr que ese personal vea el salario como un factor más dentro del cumulo de factores que comprenden el estar allí, fomentar en el trabajador ese sentido, no olvidemos que aproximadamente 90 mil horas a lo largo de nuestra vida la pasamos trabajando y resulta insano que estas horas sean desafortunadas.
La coach laboral Rayza Martínez, en entrevista para Pensamiento propositivo señalaba que “Debemos ser felices para trabajar y no trabajar para ser felices”, crear un ambiente que además permita conectar nuestro propósito de vida con el de la organización.
Esto supone que cada individuo debe trabajar para sí mismo, para crecer, para formarse, para alcanzar su propósito y sentido de vida, para ser feliz. Nadie debe sacrificarse por una organización, debemos entender que una de las premisas de la felicidad laboral es ir a trabajar la empresa para el propio disfrute.
Es por demás comprobable que las personas que sienten Felicidad Laboral generan más rentabilidad a las empresas, y esto es una realidad, pero crear un entorno amable, motivador, inspirador, que den ganas de llegar cada mañana, saludable, retador y sencillamente feliz depende principalmente de cada uno de nosotros. Del empleador y del empleado.
Ahora bien, la Felicidad laboral no se logra desapareciendo las dificultades propias de la empresa. Se consigue siendo feliz a pesar de las adversidades presentes. Fortaleciendo nuestro potencial y focalizando nuestra energía en solucionar problemas y generando desde cada uno de nosotros más y mejores experiencias laborales que se traduzcan en ganancias personales.
En artículo del consultor gerencial Ildemaro infante, se hace una aproximación muy interesante sobre la importancia de trabajar en la vocación, destacando que resulta un reto personal encontrar la relación que existe entre lo que se hace diariamente y la vocación personal. Una vez hallado este nexo, se consigue una conexión con la pasión a la hay que “aferrarse” porque ese vínculo es lo que nos va a permitir desarrollarnos y crecer como profesionales. Esto conecta rápidamente con ese desafío que tenemos todos de alcanzar la felicidad laboral.
Señala además que, se ha podido comprobar, que los profesionales que se sienten más felices con su trabajo ejercen aquellas profesiones en los que la vocación tiene un componente muy importante, como los investigadores, médicos, enfermeras y educadores. Por eso, es fundamental que cada persona, en las distintas etapas de la carrera en la cual se encuentre, sea capaz de hallar su propia vocación y que la conecte con su labor diaria para sentirse útil.
Para asegurarse que estamos en un empleo acorde con nuestra vocación, hay que plantearse interrogantes, como qué nos gusta hacer, cómo y qué quiero, por qué lo quiero y por cuánto tiempo; después la conexión de vocación y trabajo comienza a surgir. Para encontrar estas respuestas, de una manera más sencilla, hay que descubrir el sentimiento de felicidad que se deriva del trabajo.
Este sentimiento se percibe con facilidad considerando los siguientes aspectos:
• Disfrutas plenamente lo que haces.
• Sientes que se te respeta y tus opiniones son consideradas.
• Haces un buen trabajo y te sientes orgulloso.
• Trabajas con gente amable.
• Recibes reconocimiento por el trabajo realizado.
• Asumes retos y nuevas oportunidades sin temor.
• Te sientes motivado y con energía.
• Aprendes y creces.
Comencemos a conectarnos con nuestra verdadera vocación para lograr alcanzar la tan ansiada felicidad laboral. Mantengamos el pensamiento propositivo y convirtámoslo en accionar.
Lea también: