La dolarización del salario y de su capacidad de compra son dos deudas sociales que tienen las élites con quienes no disponen de medios para mantenerse y no lo podrán hacer hasta que no se dolaricen sus ingresos y se reestructure la economía. Plantearse este ideal no es sólo cuestión de moral; también es un asunto de sentido común e interés propio de dichas élites. Es cuestión de estabilidad política y bienestar social.
Si los precios están dolarizados, el salario también debe estarlo. La sociedad debe crear los medios para hacer esto posible y eso pasa por seguir liberalizando la economía, lo cual ya ha rendido enormes beneficios a todos y ahora toca reestructurarla. Mientras este proceso no se cumpla, continuará cayendo el PIB y seguiremos en hiperinflación e imprimiendo billetes sin valor y pagando salarios sin poder de compra. Por eso el gobierno deja circular las divisas y no ha impreso más bolívares.
En esta coyuntura se presentan dos rutas: reestructurar la economía para recuperar el bolívar. Esta ruta no le conviene al trabajador porque es lenta y riesgosa porque puede devolverse. Dolarizar formalmente la economía. Esta es la ruta que le conviene al trabajador porque la dolarización disminuye muy rápido la inflación y no permite devolverse porque el país que la aplica ya no emite moneda (causa principal de nuestra inflación) y no fija el tipo de cambio (causa principal de la sobrevaluación del bolívar que limita la diversificación de nuestra producción, exportaciones, el turismo interno y externo).
El reto de dolarizar los salarios se ha visto como deseable pero imposible. Sin embargo, los resultados de las Encuestas Omnibus Nacional de Datanalisis desde agosto de 2018 hasta abril de 2021 muestran el gran avance que ha habido en la dolarización de los ingresos de los venezolanos. Veamos la evolución de varios indicadores.
Ahorro en divisas: La tenencia ha crecido del 2% en agosto 2018 al 8% en abril de 2021.
Compensación laboral en divisas: Ha crecido de 4% al 29%.
Compensación laboral pagada en bolívares, pero calculada de acuerdo con el dólar paralelo: Ha crecido de 4% al 36%.
Quienes venden algún tipo de producto o servicio en divisas: Ha crecido del 12% al 27%.
Quienes reciben ayuda o remesas en divisas: Ha crecido del 5% al 39%.
Hacen compras pagadas en divisas: Ha crecido del 27% al 59%.
Quienes compran o venden divisas: Ha crecido del 9% al 43%.
En la encuesta de marzo de 2020 se identificó que el 68% de los entrevistados prefería la dolarización formal; así como un 71% que prefería dolarizar los salarios.
Estos crecimientos de la penetración de la divisa en las actividades económicas de los venezolanos ratifican que el ideal de dolarizar los salarios o ingresos por actividades propias no es una quimera; es una realidad que ya ha beneficiado cerca del 50% de los venezolanos y en esto no ha intervenido otra política del gobierno que no sea el dejar hacer: la liberación del cambio, de precios y la libre importación que, acertadamente, inició el gobierno a principios de 2019.
El proceso de crecimiento del acceso de los ciudadanos a la divisa apunta, inclusive, hasta la revisión de la estratificación social en Venezuela. En pocas palabras, la gente común no está socioeconómicamente tan mal como lo indica la estratificación basada en indicadores como el ingreso en bolívares, entre otros. La mayor parte de los dólares que circulan lo hacen en un mercado informal que no se contabiliza; como tampoco se registran como “ingreso” lo que las viviendas no pagan por servicios públicos exageradamente subsidiados o no pagados.
De esta manera se explica que la percepción negativa de la Situación Personal ha bajado, según las encuestas de Datanalisis, del 84%, en marzo 2018, hasta un 52,6% en abril de 2021. ¡Una mejora de 32 puntos porcentuales!
Esta sostenida mejora del indicador Situación Personal está asociada a la liberación del cambio, de precios, de cientos de rubros de importación, a la creciente disponibilidad de dólares en manos de la población, a la recuperación del abastecimiento y del consumo; la desaparición del bachaqueo y a una modesta recuperación de las inversiones privadas.
Ahora toca hacer más de lo mismo: formalizar la dolarización, incorporar la inversión privada en las empresas del Estado (como ofrece la Ley Antibloqueo), simplificar trámites y con ello erradicar los “peajes”, devolver las expropiaciones (todas ociosas), sentarse a negociar para recuperar la confianza y, recuperada esta última, reducir el encaje bancario para volver a disponer del crédito y que lo prestado se quede en Venezuela para invertir, producir y generar empleos, en vez de irse al exterior para protegerse.
@joseagilyepes
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