La carta de Jamaica, las acciones y sueños de Miranda, de Bolívar y la vida de los más claros integrantes del grupo de libertadores de América, tenía consciencia de la importancia de la integración de territorios, de seres humanos con identidad de idiomas, de problemas, de anhelos. Coincidencia cultural casi plena.
Las élites de control económico de esta parte de nuestras regiones del sur del continente, seguramente apoyaron la causa independentista para liberarse del yugo de la renta y los impuestos de la metrópoli europea. Más que razones humanas, acompañaron a los libertadores por causas materiales, económicas de dominio y dinero. Entonces posiblemente muchos también ahora, acompañaban la aventura independentista, planteándose que iban a tener una mejor tajada para sus negocios.
Durante la independencia y en los días posteriores, dieron el apoyo a la causa patriota, con el egoísmo como motivación primera. Tenían la mayoría de los criollos ricos, visiones cortoplacistas y menguadas, aldeanas de la unidad latinoamericana, de las alianzas y pactos indispensables, para consolidar presencia y equilibrio en el panorama internacional de aquellos años.
Distinta visión tenían los libertadores, excepción hecha de algunos que devinieron en gamonales y nuevos dueños de tierras y riqueza, aliados con las élites de dominio tradicional que escogieron como camino, para garantizar riquezas, la independencia, a principios del siglo XVIII en medio de las dificultades de entonces en el centro de control europeo.
Celebramos en la mayoría de los países de América, 200 años de gestas que confluyeron en la independencia de nuestras naciones. En Estados Unidos Mexicanos, se han integrado celebraciones que tienen que ver, con hitos históricos, previas a la llegada de los invasores europeos. Es una manera válida para evidenciar existencia, por sobre la ruptura y destrucción de cultura y de historia, de nuestros pueblos originarios, pretendida por los conquistadores.
En el norte de la América del sur, dentro de su visión que se proyectó por siglos, el Libertador Simón Bolívar y sus compañeros de sueño, siempre vieron la gran nación del norte. Grande más por sus logros en ciencia, en cultura, en vida feliz de sus habitantes, que en su territorio.
De las primeras acciones en política exterior coincidente con su visión y sus planes, Bolívar envía misiones de Colombia, la gran nación en la fase final de ser liberada del dominio español, a sus delegados plenipotenciarios a México, Perú y Argentina. Alianzas y pactos entre iguales, a partir de la unión de nuestras naciones en fase final de liberación.
Dios quiera que vengan con el renacimiento y el crecimiento de las fuerzas latinoamericanas en el continente, oportunidades para la consolidación de acuerdos y pactos entre iguales a favor del interés de los más golpeados de nuestras sociedades. Que sean buenos los años que vienen para la unidad de los pueblos que pidió para su tranquilidad en el lecho de muerte, el padre de la libertad.
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