La Iglesia católica conmemora cada 2 de febrero, el día de La Candelaria, Las Candelas o La Purificación.
Se trata de una celebración eucarística que recuerda que cuarenta días después del parto, María la Virgen acudió al Templo a presentar al Niño Jesús, tal como se solicitaba en el ritual de aquel entonces, ella y José cumpliendo lo establecido ofrecieron unas tórtolas que significaba la humildad de la familia y hacer un gesto de gratitud por lo recibido de parte del Señor. «Jesucristo se convierte en el embajador de los pobres, no tiene donde reclinar su cabeza, pero se entrega como el Cordero».
«Es retornarle lo que le corresponde, un signo por medio del que pretendo devolverle a Dios lo que de Él recibimos y María ha recibido a su hijo, el Cordero de Dios».
Estando en el Templo, un sabio llamado Simeón, al ver al niño lo reconoció como Mesías y exclamó: «este niño será Luz para las Naciones».
En honor a la Virgen de La Candelaria
El padre Manuel Gerónimo Sifontes, párroco de la iglesia Santo Domingo de Guzmán de Las Cocuizas, explicó durante su homilía, que siglos después, la iglesia adoptó este día de la Purificación de María, como la portadora de la Luz que es Jesús.
«El que entra de improviso en el Santuario», quien 33 años después se ofrece Él mismo como sacrificio.
Explicó además, que el fuego que trae Jesús servirá para purificar a la humanidad. Los textos de la liturgia de hoy habla del mensajero, El Rey de la Gloria y San Lucas lo especifica en el Evangelio.
«Pensando en la salud, la tranquilidad de la mujer, se preveía en el Antiguo Testamento, junto a este ritual, se establecía el rito de la presentación del niño varón».
En este sentido, precio a la Santa Misa, se realizó el encendido de la fogata, se procedió a la bendición de las velas que luego fueron encendidas en señal de recibir la Luz de Cristo como siglos antes había anunciado el profeta Malaquías.
«Su fuego está en su voz, en sus Palabras, en su alma, misericordia, amor y ternura: Zaqueo hoy me quedo en tu casa; mujer, vete y no peques más… Todos necesitamos el fuego de Jesús para ser purificados… Es el fuego del Espíritu… Jesús dice: como quisiera que sus corazones ardan…», pero hay que entenderlo, no se manera literal para no perder la Gracia de Dios, expresa el sacerdote.
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