Es de Mahatma Gandhi la frase “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.
Yo he afirmado una y otra vez, en lo que se refiere a Venezuela, que nada más importante que preservar la paz, advirtiendo que es un error creer a rajatabla que “somos un pueblo pacifico”.
El pueblo venezolano se ha matado una y otra vez en nuestra historia nacional. Se cuentan por decenas las guerras -la primera la gloriosa por la independencia-, revoluciones, insurgencias, alzamientos, que han asolado nuestra tierra y por centenares de miles los caídos a la par de una y otra vez la ruina de tantos.
Preservando la paz
La reinvindicación del Esequibo, por la que me he entregado por entero, y las elecciones presidenciales del 2024, son dos hechos claves para el mañana de todos que deben darse preservando la paz.
Malvinizar el diferendo con Guyana sería una torpeza imperdonable. Azuzar la confrontación armada contra un vecino respaldado hoy por una larga lista de países y poderosos intereses es de verdaderos ignorantes del “arte de la guera” y nos conduciría a una tragedia mucho mayor que la que ya padecemos.
Forzar la salida del actual oficialismo por una vía distinta a la electoral, cuando están a la mano las elecciones presidenciales en las cuales serán derrotados de manera abrumadora, es también un inexcusable error. Invasiones de comedia, golpes de estado de opereta, insurrecciones con doloroso saldo de jovenes sacrificados sumadas a un cerco extranjero con sanciones que junto con un modelo fracasado, el socialismo del siglo XXI que ya ni se nombra, nos han sumergido en la miseria colectiva, se han demostrado absolutamente incapaces para alcanzar el cambio que demandamos.
Recuperar el Esequibo y forjar una Venezuela diferente, el mejor país del mundo que podemos ser, es posible y obligante en paz.
En paz y unidos.
Que la locura y el radicalismo no nos aparten del camino que unldos hagamos en paz.
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