En días celebraremos 82 años de la existencia de Acción Democrática. Fue el 13 de septiembre de 1941, en el Nuevo Circo de Caracas, cuando el Partido del Pueblo irrumpió a la escena pública si bien el acta fundacional se había suscrito meses atrás, el 29 de Julio, en la sede de una empresa cinematográfica propiedad de Rómulo Gallegos.
En el mitin inaugural correspondió a Rómulo Betancourt pronunciar el discurso de cierre. De esa extraordinaria pieza oratoria recuerdo hoy lo siguiente: Nosotros, los hombres de Acción Democrática, partido afirmativo y con fe en las reservas de la nacionalidad, decimos que Venezuela no está perdida. Puede salvarse, debe salvarse y se salvará. Su situación difícil será corregida, si en los hombres y en las mujeres de este país -los que están en el gobierno y los que estamos en la oposición- se afirma el sentido de la responsabilidad hacia la tierra donde nacimos, y nos empeñamos todos en hacerla tramontar la crisis económica y fiscal que la agobia, y la ayudamos a salir de ella fortalecida”.
Nótese de la cita del fundador su llamado quienes están en el gobierno y a los que están en la oposición a empeñarse en salvar al país nada distinto a lo que personalmente proclamo; solo juntos, todo el liderazgo de la vida venezolana, será posible dejar atrás la dramática situación que enfrentamos y forjar una Venezuela diferente.
Es hermosa la historia de Acción Democrática, rica en realizaciones y plagada de héroes y heroínas que sacrificaron sus vidas en pos del ideal colectivo de democracia y libertades plenas. Con Ruiz Pineda, Carnevalli, Nieves Ríos, Manuel y Manuelito Reyes, Droz Blanco, Omaña fueron centenares los torturados, los encarcelados, los exiliados,
Muchos logros que mostrar pero si hay alguno a destacar, que produjo una ruptura con el viejo orden y el nacimiento de uno nuevo, es el del voto.
El voto cambió las relaciones de poder y otorgó protagonismo a millones y millones de connacionales que hasta la Revolución de Octubre de 1945 fueron ignorados a pesar del sacrificio de tantos en la guerra de la independencia, la federal y las muchas revueltas armadas que marcaron el siglo XIX y los primeros años del XX.
Con el voto universal, directo y secreto que instauró a Junta Revolucionaria de Gobierno, liderada por Betancourt, la república experimentó su mayor transformación desde sus propios orígenes; las elites de cualquier signo fueron desplazadas por las masas empoderadas. Un solo dato para demostrar lo excluyentes de las experiencias previas: en la Venezuela del siglo XIX de un millón de habitantes solo existían registrados 8.798 electores, todos varones, para comicios de segundo grado. Con Guzmán Blanco se degradó el voto a lo mas aberrante cuando los pocos que podían votar debían hacerlo públicamente.
El voto es pilar fundamental de la democracia si bien es cierto que no el único pero no hay democracia posible sin voto y eso aplica no sólo para la selección de gobernantes, legisladores y ediles sino también para distintas organizaciones entre ellas primero las con fines políticos, los partidos.
Los partidos políticos en una sociedad democrática y aún en aquella que no lo sea tanto pero que el fin de los primeros sea el logro de democracia están obligados a respetar el voto, a promover el voto, como herramienta para dirimir sus controversias, tomar decisiones relevantes, seleccionar su liderazgo y/o candidatos.
En el caso de Venezuela, la Constitución de 1999 es bien clara en cuanto a la realización de elecciones internas en los partidos políticos como también lo son los estatutos de Acción Democrática que establecen el derecho de todos sus militantes a escoger desde las bases, entre otros, su candidato o candidata presidencial.
Reza nuestro himno; “Venezuela en Acción Democrática quiere ser democracia en acción” y como democracia es votar confiamos que de cara al 82 aniversario demos ejemplo y prontamente se convoquen elecciones de base que son un clamor de miles de dirigentes y militantes: que mejor manera de honrar a nuestra querida AD cumpleañera.
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