La memoria es una asombrosa capacidad que nos permite registrar, almacenar y recordar información sobre nuestro entorno y nuestras vivencias. Aunque queda mucho por descubrir sobre ella, hemos avanzado en el conocimiento de esta facultad que compartimos con otros seres vivos.
El término en latín ‘recordari‘ (recordar) está compuesto por re– (‘de nuevo’) y –cordis (corazón), y significa ‘volver al corazón’. Una etimología que revela lo que creían los romanos acerca de la memoria: que el órgano que albergaba esta capacidad era el corazón.
En este sentido, son muchos los mitos que se han creado a lo largo de la historia para dar explicación a cómo la mente codifica, almacena y recupera la información que extrae del entorno. Sin embargo, estas creencias se han ido desvaneciendo o corroborando a medida que la comunidad científica exploraba este terreno, el cual sigue presentando numerosas incógnitas.
Aunque queda mucho por descubrir, ahora no solo sabemos que los procesos de retención se producen en el cerebro, sino que también conocemos otros datos que nos permiten sacarle el máximo partido a este cajón infinito de datos y vivencias al que llamamos memoria.
1. Todos los seres vivos tienen memoria
Se suele decir que la memoria puede ser de elefante -si es mucha- o de pez -si es poca-. Dentro de ese rango, que no tiene base científica, nos encontramos los humanos junto al resto de seres vivos. Ya lo demostró Pavlov con su famoso experimento del perro y el aprendizaje por asociación, que derivó en la teoría del condicionamiento clásico.
Pero el científico ruso no fue el único en corroborar la hipótesis de que no solo los seres humanos tenemos el don de recordar: más tarde se ha demostrado que hasta las bacterias poseen una memoria química que transmiten a sus descendientes. Y las amebas, que son organismos unicelulares, también son capaces de retener información y de aprender por reflejos condicionados.
2. El sistema nervioso es clave para la consolidación de la memoria
La consolidación de memoria es lo que permite transformar recuerdos a corto plazo en memoria a largo plazo.
En este proceso, resulta crucial la síntesis de unas proteínas presentes en las interneuronas de somatostatina. Esta actúa como un neurotransmisor y, de esta forma, contribuye a la formación de la memoria.
Sinapsis neuronal.
Este hallazgo ha sido recientemente impulsado por investigadores de la Universidad McGill de Montreal y podría servir de guía para la creación de futuros fármacos destinados a combatir enfermedades como el Alzhéimer, o trastornos como el autismo.
3. Practicar deporte puede mejorar la memoria
Un estudio titulado Effect of acute physical exercise on motor sequence memory llevado a cabo por la Universidad de Ginebra demuestra que existe una relación entre el deporte y el rendimiento de la memoria.
La explicación se encuentra en el comportamiento de unas moléculas, llamadas endocanabinoides, que hacen aumentar la plasticidad sináptica. Para poner a prueba la hipótesis, que corresponde con esa antigua expresión de la «mente sana en cuerpo sano», los investigadores pidieron a un grupo de 15 hombres jóvenes que realizaran una prueba de memoria tras la realización de 3 esfuerzos físicos de distinta intensidad: después de 30 minutos de ciclismo moderado, después de 15 minutos de ciclismo intenso o después de un período de descanso.
Los resultados no solo mostraron que el ejercicio físico se relaciona directamente con el mejor rendimiento de la memoria, sino que además cuanto mayor es el nivel en sangre de endocanabinoides tras un esfuerzo físico intenso, más se activa el cerebro.
4. La memoria puede crear recuerdos falsos
¿En Blancanieves aparece la frase «espejito, espejito»? ¿El hombre del logotipo de Monopoly lleva un monóculo? Si contestarías con un «sí» a estas preguntas, estás siendo víctima de tu propia memoria. Pero no solo te pasa a ti: se trata del efecto Mandela.
Este fenómeno es como se conoce popularmente a las creencias erróneas compartidas por un grupo de personas y, en ocasiones, por gran parte de la población. Un ejemplo es el caso que da nombre a este efecto: cuando el político sudafricano Nelson Mandela murió en 2013, una pseudocientífica sostuvo firmemente la creencia de que él ya había fallecido en los años 80. Esta teoría fue apoyada por muchas personas, que incluso afirmaban que habían visto el anuncio de su muerte en televisión.
Algo parecido sucedió en España con el 23F, el golpe de estado de Antonio Tejero. Muchos afirmaron haberlo visto en directo a través de la televisión, y lo pueden narrar con detalles. Sin embargo, el acontecimiento de aquel día solo fue retransmitido a través de la radio.
5. No solo existe la amnesia, sino también la hipermnesia
Si la amnesia se refiere a la pérdida total o parcial de la capacidad para recordar, la hipermnesia es todo lo contrario: la facilidad para captar y almacenar una cantidad asombrosa de información o de datos, mayoritariamente autobiográficos.
Al contrario de lo que se suele pensar, las personas que tienen esta habilidad no presentan mejores resultados en pruebas de inteligencia que aquellas que disponen de una memoria «convencional». De hecho, la hipermnesia puede ser contraproducente, ya que no permite jerarquizar y seleccionar los recuerdos importantes, y eliminar aquellos que son irrelevantes.
Con información de NG
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