Mercedes Pulido de Betancourt es recordada como una de las maestras íconos de Monagas, muy apreciada, pero, además es costurera y fue ama de casa, tarea que supo compartir sin problema en aquellos tiempos . La periodista Angélica Oliveros fue hasta su residencia, y sostuvo una interesante conversación, que resultó en esta entrevista.
Nos recibe, María Candelaria, la esposa de su nieto Héctor Betancourt, uno de sus preferidos. Mercedes nos saluda con mucha atención e iniciamos una charla que nos hizo viajar a través del Monagas de ayer.
Yo nací, el 15 de mayo de 1922 en Caicara, allí me mantuve hasta los 7 años más o menos, cuando mi papá un zapatero canario decidió que ya era hora de vivir en Maturín y así nos fuimos a vivir a El Retumbo (en donde hoy se encuentra la avenida Orinoco) y él instaló su zapatería en Maturín, adonde iba todo mundo a mandar a hacer sus zapatos. Papá los hacía a mano y eso gustaba mucho. Luego al tiempo nos mudamos a la calle Azcúe.
Maestra con historia
-Cuál es su secreto para llegar a sus primeros 100 años?
-Se sonríe y dice “No hay secretos, aunque pienso que comer bien puede ser uno, siempre me he alimentado bien, con sopas y verduras, pero el amor de la familia es muy importante para mantenerse y seguir adelante”.
Con los achaques propios de esta edad, doña Mercedes, muestra su lucidez y atención a las preguntas y recuerda a sus amigas “Una de mis mejores amigas fue Ramona Call, también Margot Regarditz y su hermana María, a Antonieta, a Carmen Aristimuño quien se la pasaba en su farmacia, también a Estela de Zaragoza, la amistad siempre nos mantuvo.
-Me atrevo a preguntarle si recuerda a su primera maestra y enseguida dijo: Claro a Paula Bastardo, le decíamos Paulita, fue mi primera maestra en 1° grado, era muy simpática, ella daba clases en la escuela que estaba frente a la plaza Bolívar, fue una mujer maravillosa y me gustaba acompañarla a comprar las hojas de hallacas y muchas veces nos cayeron encima tremendos palos de agua, pero eso era una diversión para nosotros.
Increíble, pero también doña Mercedes hizo amistad con varios gobernadores de Monagas tales como: Temístocles Núñez, Dionisio Núñez, quien era su compadre, Guillermo Call y recuerda al doctor Héctor Hoyer Prince, el primer médico internista que tuvo Maturín y con quien la unió una hermosa amistad.
100 años un regalo de Dios
–¿Usted se enamoró muy joven de Francisco Betancourt?
Mira y esboza una sonrisa y dice “bueno no tan joven me casé de 22 años y luego tuve mis muchachos, Francisco, Raúl y Caracciolo a quienes siempre inculqué los buenos modales y el respeto. Dos ya no están pero me queda Caracciolo que es el segundo y me visita casi todos los días.
Mercedes es una señora que llama la atención, piensa muy bien antes de responder y al preguntarle sobre lo que más le gustó del Maturín de ayer nos señala que las Navidades, el juego de Carnaval con agua, las retretas a las cuales iba con sus amigas los domingos en la plaza Bolívar y la Semana Santa que la pasaban en las playas de Sucre.
Se pone melancólica cuando me señala que Maturín ha cambiado mucho, ya no es igual pero sigue viviendo acá rodeada de su familia y de esos recuerdos que surgen a diario en su mente y que quizá en algún momento permiten que se le escape alguna lágrima por sus mejillas. Cumplir 100 años es un regalo de Dios y en la Sultana del Guarapiche, es una historia más que contar.
Su descendencia la ha premiado Dios con: 8 nietos, 15 bisnietos y un tataranieto. Aunque hay un nieto preferido, Héctor Betancourt, porqué ella comparte su vida con este nieto a diario junto a su esposa María Candelaria. Una hermosa relación pero me asegura “A todos los quiero”.
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