Se ha venido conformando desde hace años en la oposición venezolana, un falso dilema que trae en el fondo más violencia, más odio y más dificultades a la gente. Son la rabia y la ambición las principales motivaciones. Ambas ciegan y pervierten.
El dilema se ha venido matizando desde que fracasaron las guarimbas, que dejaron tanto dolor y muerte. Desde que fracasaron los intentos de matar al propio Presidente con drones cargados de explosivos. Y finalmente con el fracaso del desembarco en las costas de La Guaira, de Aragua, de Miranda. No es fácil abrirle los ojos a quien no quiere ver.
En esta situación enloquecida en que diversos factores han convertido la política venezolana, se empiezan a visualizar posibilidades, a partir de la vuelta a la razón de algunos actores de la oposición. En la elección de la Asamblea Nacional, mandato constitucional en términos de tiempo, sin duda avanzamos. Explicarlo y asentarnos allí para apalancar la «vuelta a la política», es una tarea de quienes nos inscribimos en la vía de la paz con civilidad.
Hacer comprender a la gente que desde afuera del país se ha venido formando una idea fatalista, a partir de los patrones establecidos desde la confrontación Este-Oeste, de bueno y malo automático. De comunismo y anticomunismo, no es sencillo. Sin embargo, más importante es explicar adentro. Que los mismos líderes de la oposición entiendan y actúen en consecuencia de su comprensión de que la vía democrática, la vía electoral es posible. Solo los humanos tropezamos varias veces contra la misma piedra. Los fracasos constantes deberían ser la referencia para provocar el cambio de actitud.
Recién veía una foto de Caldera a quien visitamos junto a Chávez en Miraflores luego de salir de la cárcel de Yare. Algunos hacían los comentarios más atroces. Caldera de verdad que era un estudioso de la historia y de la idiosincrasia del venezolano. Pacificó la lucha armada y nos permitió la vía electoral. No nos apoyó, con él diferimos y confrontamos. Nadie puede negar que fue un demócrata. Nos costó algunas discusiones convencer a nuestros compañeros de la vía electoral.
En la propia cárcel fue duro y aislante que dijera a la entonces Causa R que me llevarán como candidato a diputado por Zulia, o al salir de la misma cárcel asumir la dirección del PAMI, para quitarnos el camuflado y ayudar a nuestros jóvenes oficiales expulsados. O lanzarnos a la gobernación del Zulia casi solitario, en desacato a quienes dirigían entonces el MBR200. Pero el pueblo nos enseñó y en conjunto, los insurgentes del 4F y quienes se incorporaron, con Chávez al frente, que la vía electoral si era posible para hacer una revolución “pacífica y democrática”. Nosotros fuimos derrotados el 27N, pero ganamos en el Zulia el 95 y nacionalmente el 98.
Hay que ver lo que impacta la fuerza de un gobernador trabajando por su pueblo y amarrado con él para producir cambios nacionales. Dios quiera que abrieran los ojos nuestros adversarios por la paz del país, por el sufrimiento de nuestros hermanos. Pero con los que entiendan y asuman el riesgo del camino electoral, de la elección popular, con ellos debemos avanzar en las diferencias.
Al gobierno entramos con votos y sólo con votos podremos entregarlo. Si decimos que no lo entregamos, es para decir que con violencia se va a generar más violencia. Este año es electoral y claro que es una oportunidad para la convivencia. Es también un reto para nosotros mismo en el PSUV, debemos presentar un frente unido, creíble y capaz de despertar la emoción y la esperanza de los venezolanos para superar las dificultades y ganar la racionalidad.
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