Cuando el cáncer toca las puertas de nuestro hogar nos cambia la vida para siempre. Cada 4 de febrero se conmemora el día mundial de la lucha contra el cáncer, y quienes hemos transitado el camino de esta lucha como pacientes o cuidadores sabemos que el miedo es al primero al que debemos enfrentar porque ese se contagia rápido, el cáncer no, pero sucumbe frente a él si no lo controlamos desde el primer momento.
Escribo el artículo desde la experiencia personal, desde la misma que hace más de diez años encendió mis alarmas para alertarme sobre los cambios que se avecinaban. Un cáncer de páncreas consumía a mi esposo, y para sorpresa de todos, el primero en darnos una lección de cómo enfrentar el miedo, fue él. Yo estaba aterrada, tan aterrada como embarazadísima de tres meses de mi tercer hijo, sentí mi mundo venirse encima.
El testimonio es muy largo y no quiero detenerme en él, porque sé además que el suyo, amigo o amiga lector(a), o el de su amigo, vecino o familiar, es el que pasa ahora por su mente, pero hay un punto en el que todos nuestros casos coinciden:
El Miedo
Enfrentar el cáncer con Pensamiento Propositivo pasa por concentrarnos en el abanico de soluciones para transitar el difícil camino, y no enfocarnos en el problema. Supone además como primera tarea no asociar cáncer con muerte, sino como una oportunidad de descubrir el propósito del paciente y de los cuidadores, independientemente del desenlace.
Se dice fácil, hay que estar en esa situación, pero yo lo estuve y por eso me siento con la autoridad suficiente para dar fe de lo clave que es el componente emocional en la efectividad de cualquier tratamiento que se haga, bien sea alopático u homeopático.
Debemos ante todo mantener la calma para poder pensar y organizarnos como familia cuidadora y hacer al paciente partícipe del proceso, siempre y cuando esté al tanto de la situación.
Si bien es cierto que cuando el paciente siente miedo sus defensas bajan, también es cierto que el miedo también puede paralizar a los cuidadores que deben velar por el bienestar físico y emocional del paciente; por esa razón resulta tan necesario manejar esos factores emocionales y diseñar entre todos la “estrategia de afrontamiento de la situación”, que puede ir en varias direcciones en dependencia de las particularidades del paciente y su familia.
Por ejemplo, una de las más usadas, aunque resulte a ratos controversial, es el humor, en el caso del venezolano es una de las fortalezas de nuestra idiosincrasia.
Su uso puede ayudar a una persona, y a su entorno, a rebajar la tensión que provoca la situación, pero hay que hacerlo con sumo tacto para no resultar ofensivo si no es aceptado por el paciente o si toca ciertos aspectos de su vida o de su enfermedad; pero en general puede ser una buena herramienta si se utiliza de manera adecuada y aceptada.
Menciono el humor como una de las herramientas que en nuestro caso funcionó, además de otras terapias tradicionales y otras no tantas que en su momento se intentó por la carga de ansiedad de la familia. Mi esposo (primero que todos nosotros) nos dio la fórmula para mitigar esa ansiedad y además descubrió su propósito, que fue enseñarnos, entre otras cosas, a aterrizar en los diferentes escenarios probables y “sin miedo” diseñar soluciones a cada uno de esos escenarios.
Para eso no se necesita dinero, ni medicamentos, solo determinación, y en su caso particular, un humor (negro) que de alguna manera aliviaba todo momento de tensión.
Mi testimonio no termina con un esperado final feliz, pero sí con una suma de experiencias tan enriquecedoras, aleccionadoras y valorativas de cada minuto de nuestras vidas, que digo con certeza absoluta que ese Pensamiento Propositivo, que nació hace 10 años como filosofía familiar, y que hoy hemos llevado a la multiplataforma comunicacional, hizo que lo que médicamente se suponía ocurriría en 3 meses por lo extremadamente avanzado, ocurriera en 15 meses con calidad de vida emocional, y que además toda situación difícil en la vida de los para entones cuidadores, se maneje en lo sucesivo bajo el criterio de la calma y la resiliencia que requiere nuestro convulso mundo.
De cada uno de nosotros depende y nada cuesta intentarlo.
Buen día Licenciada, imagino en la LUZVE enseñan que cuando se publica un artículo si no es propio, debe dársele el crédito debido al autor y no acreditarse algo cuyas ideas, palabras y contenido no le pertenece. A eso le llaman PLAGIO. Y aunque aparezca el nombre y foto de la autora real, al usted acreditarse el artículo como AUTORA y no dar crédito a quien merece incurre en ese «pecado» del periodismo. Cortar, pegar y luego acreditarse la autoría no es ético; menos cuando eso fue publicado en un medio de circulación nacional. Espero pueda corregir. Saludos cordiales