Desde hace más de una década, alrededor de 30 comerciantes del Mercado viejo de Maturín fueron reubicados en un anexo adyacente a la escuela de boxeo, sin embargo, actualmente sirve de depósito.
Esto se debe a que la mayoría de los trabajadores informales decidieron salir del sitio, por cuanto el mismo no está apto para que ellos puedan colocar su mercancía para la venta.
El local es pura tierra y se convierte en un charco cuando llueve, por lo que bajan las ventas en ese lugar.
En este sentido, la mayoría decidió volver a vender en las adyacencias del mercado, quedando el anexo sólo como depósito.
Cuatro comerciantes quedan en el local, tratando de «sobrevivir» con ventas de verduras, empanadas y sopas.
Comerciantes sin apoyo
Uno de estos vendedores, ubicado en el anexo que está frente a la parada de la ruta dos, destacó que ha tenido con su esfuerzo que mejorar, «no hay apoyo para los pequeños comerciantes. La gente paga la diferencia, pero en vista de la situación muchos han salido a vender a la calle».
Más de cien comerciantes
Precisó que «da dolor decirlo, pero más de cien vendedores necesitamos espacios para trabajar. Aquí pasan siempre los fiscales operativos y reorganizan, a ellos se les paga 30 bolívares diarios, que es un arancel y medio, pero eso no se invierte en mejoras».
Comerciantes invierten en mejoras
Destacó el comerciante que lleva alrededor de siete años laborando en medio del charco.
«Sí hay ventas a pesar de todo, con mi propio esfuerzo estoy recuperando el local, a pesar de la situación económica, con rasguños adquirimos materiales para mejorar».
Alegan que han llevado cartas a las instituciones de gobierno pero no han tenido respuesta y que por el contrario, los han querido desalojar del espacio.
Depósito
La señora Cruz agregó que hace alrededor de dos años, quienes decidieron quedarse en las instalaciones, comenzaron a tener pérdidas. «Esto quedó para guardar mercancía. Ningún ente ha venido, dicen que este mercado compete a la gobernación.
Hemos solicitado ayuda, pero no nos han dado respuesta. Quedamos adentro cuatro personas laborando, vendiendo sopa y empanadas. Hay un vigilante y se paga para la limpieza, necesitamos ayuda para trabajar en mejores condiciones», enfatizó.





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