En Venezuela, se viene a través de grupos de poder con fuerte influencia en la mass media, configurando toda una estética de la desesperanza que pretende sembrar en los ciudadanos una permanente sensación de melancolía, desilusión y desencanto.
Desde las redes sociales se nos bombardea diariamente con informaciones y noticias que buscan reflejar un ambiente sombrío y oscuro en el país, utilizando temas de profunda sensibilidad para los ciudadanos como salud y educación con el fin de influir negativamente en la percepción que tiene el mismo sobre ambas áreas, no importando los esfuerzos que se estén realizando para mejorar dichos sistemas, las ganas que le echan en sus espacios nuestros médicos y maestros o incluso las rectificaciones que desde el gobierno nacional se generen.
Las cuales aunque tardias hay que aplaudir. Hacerlo es claudicar en las posiciones o ser colaboracionista. No entienden que se trata del país que pide a gritos una tregua. Un chance a la concordia. No hay espacio para la sindéresis. Estamos en medio de un perverso juego que busca aniquilar toda posibilidad del encuentro. Es mejor proseguir con la destrucción del otro.
Se ha echado a andar toda una empresa para la venganza. Volvimos otra vez al siglo pasado. Nada sirve. Todo es un caos. Hay que implosionar todo vestigio de esperanza. Desde aquí se le transmite al mundo que somos una nación desgastada. Allí es donde los adversarios del país han encontrado tierra fértil para avanzar en sus planes contra nuestros intereses.
El Esequibo es solo el comienzo. Mientras aquí en nuestro suelo los promotores de odios y rencores se sienten con auctoritas para dictar cátedra sobre todos los temas de la vida nacional. Inclusive sobre aquellos que desconocen. Hablan por igual de petróleo que de educación. Eso sí desde las vísceras.
A juicio de ellos solo los colores apagados y los tonos opacos son los que imperan en todas las instituciones y sectores de la nación venezolana. Nos pintan el futuro de gris. Se ha sustituido el argumento por el insulto. Desde el centro político, hemos venido diciendo que nadie niega las profundas razones para rechazar a quienes gobiernan. Seguro muchos están esperando las elecciones del próximo año para votar en contra de ellos. Aplicarles el voto castigo. Esa es la magia de la democracia.
Lo inaceptable es que por la contrariedad que nos produce quienes ejercen el poder, juguemos a la destrucción del país. Al saboteo permanente de toda iniciativa que busque revertir los errores cometidos. No es para nada justo con la patria. Ante ello, duele y ofende como un grupito donde se mezclan extremistas de derecha e izquierda sin ningún rubor, dedican grandes esfuerzos a colocar en tela de juicio por ejemplo la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje que se imparte en las aulas de clases de Venezuela, afirmando permanentemente que nuestra educación es decadente y mediocre.
Tesis que al ser contrastada con el desempeño académico de nuestra muchachada más allá de nuestras fronteras o aquí en el mismo patio se le ve el piquete. Ni tan calvo ni con dos pelucas. El país enfrenta en educación los mismos desafíos que otras naciones.
El mundo actual demanda habilidades nuevas y diversas, como pensamiento crítico, creatividad, alfabetización digital y habilidades interpersonales.
La integración de estas habilidades en los planes de estudio es esencial para preparar a los estudiantes para los desafíos futuros del mercado laboral y la vida en general. Allí es innegable el trabajo que, desde la esquina de Salas, viene realizando la ministra Lic. Yelitze Santaella, en pro de colocar el acento en la calidad educativa y por hacer de la escuela el epicentro de la acción social y el desarrollo territorial. Interesante propuesta que devuelve a la educación su principal rol en la sociedad. Generar los cambios que esta requiere para producir la mayor suma de bienestar a los ciudadanos y desarrollo a la nación. Mayda Josefina, mi hermana mayor es maestra. Ya casi no viene a mi casa los fines de semana. Cada sábado está en algo relacionado con su apostolado en la escuela. La veo entusiasta. No tiene descanso. Trabajan, planifican y evalúan. Me dice que su escuela como otras en la localidad están en permanente actividad. Los niños y adolescentes muy motivados. Hay una nueva realidad que se percibe. Al menos en educación las cosas están cambiando. Los sueños y las ilusiones están de regreso, basta ver el trabajo diario en escuelas y liceos. Allí encontraran a miles de jornaleros con fe y esperanza.
Ellos, maestras y maestros que convocan cada día a los hijos de nuestro pueblo al maravilloso encuentro con el mundo de la tiza y el borrador, de la esfera y el mapa, de la probeta y el microscopio, de los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo, de Andrés Eloy, Neruda y Benedetti y sus versos. Mujeres y hombres que asumen su apostolado con ingenio y creatividad.
Que más allá de sus justas luchas por una mejor manera de vivir, por un salario justo y consono con su apostolado, no renuncian a su compromiso de educar. Esa es la clave que define y diferencia a la educación venezolana. La pasión, empatía y entrega de sus maestros, quienes no somos solo transmisores de conocimientos sino que también actuamos como mentores, guías y fuente de inspiración para nuestros guarichos y chamos, preparándolos para enfrentar los desafíos y alcanzar su máximo potencial en la vida.
Especial condición que no podrán entender aquellos que realizan supuestos análisis o diagnósticos de la educación venezolana desde lo externo al aula de clases o la escuela, movidos por los odios y el revanchismo. Olvidan que el magisterio venezolano tiene en Simón Rodríguez, Andrés Bello y Luis Beltrán Prieto Figueroa, entre otros, sus principales referentes.
Debemos seguir trabajando desde cada uno de nuestros espacios por una educación accesible, inclusiva y de calidad para todos. El magisterio venezolano tiene un sueño. Ver nuestras escuelas relucientes y nuestros muchachos en permanente crecimiento.
Seguro estamos que vamos a conquistar nuestras más sentidas reivindiccaiones. Un salario justo. La lucha hay que seguir dándola. Sin embargo más allá del tema salarial, sería mezquino no admitir que la ministra Yelitze Santaella, está sumando voluntades, juntando ganas para contribuir a la cristalización de los sueños de los hijos de pescadores, campesinos y obreros. Apoyemos a lo largo y ancho de la geografía nacional, sin reservas, la siembra de la maestra.
Eudys Marín
(*) Dr. en Ciencias de la Educación.
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