Tras dos infructuosos intentos, semanas antes, de tomar Maturín, fuerzas al mando del Capitán General Domingo Monteverde se abalanzaron sobre la Sultana del Guarapiche bajo control de tropas comandadas por Manuel Piar y José Antonio Azcúe quienes a pesar de contar con menor número de soldados había vencido a Antonio Zuazola y a De la Hoz.
En “Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional”, de José Manuel Restrepo, un texto poco conocido de 1858, destaca la disparidad de las tropas enfrentadas: trescientos hombres de caballería y ciento cincuenta infantes bajo las banderas patriotas contra unos dos mil que enarbolaban los estandartes del Rey.
Relata que la fusilería y artillería criolla causó estragos en las primeras de cambio para luego rematar la caballería quedando en el campo cuatrocientos setenta y nueve muertos y numerosos prisioneros. Según el autor, Monteverde escapó con apenas una treintena de fieles.
Sobresale la inexistente mención, ninguna de ninguna, del rol decisivo de la denominada Batería de Mujeres, encabezada por una joven de solo 23 años, Juana Ramírez “La Avanzadora” e integrada entre otras por María Antonia Palacios, Marta Cumbale, Valentina Mina, Graciosa Barroso de Sifontes, Vicencia y Rosa Gómez, Dolores Betancourt Mota, Carmen Lanz y Luisa Gutiérrez, Isidora Argote, Eusebia Ramírez, Guadalupe Ramírez, Rosalía Uva, María Romero de López, Josefa Barrosos, Juana Carpio y Lorenza Rondón así como de un grupo de valientes indígenas al mando del cacique José Miguel Guanaguanay, lo que si hacen el historiador Armas Chitty y el cronista Juan José Ramírez.
Caída la primera república, con la capitulación de Miranda en San Mateo el 25 de julio de 1812, buena parte de los promotores de la independencia de Venezuela marcharon al extranjero para solo meses después desde Trinidad unos, Nueva Granada otros, aprestarse a continuar la lucha. Desde Cartagena, Bolívar, y la Isla de Chachacachare, Mariño, se proclamó la urgencia de “salvar la Patria de la dependencia española y restituirle la dignidad de nación” iniciándose poco después en Enero de 1813 con la toma de Güiria la llamada Campaña de Oriente y desde La Grita en Mayo la Campaña Admirable. Nace entonces la Segunda República.
La resonante victoria de la Batalla de Los Godos, y las derrotas previas de las huestes realistas frente a Maturín, significaron un importante punto de inflexión en la guerra que recomenzaba. Tras los fracasos que hundieron el primer amago independista, la resistencia heroica de la población que El Libertador llamó en 1818 “Sepulcro de los Tiranos” con la incorporación entusiasta del pueblo llano, de las mujeres y de los indígenas, superados largamente en números y armamento los nuestros, se demostró suficientemente que siendo posible derrotar a veteranos ejércitos lo era ser libres.
En Alto de los Godos, en la hoy Plaza Piar y Palo Negro, la revolución libertadora dejó de ser un asunto de élites y se vistió de pueblo. Ese día, verdaderamente, nació Venezuela.
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