Este Jueves Santo, la Catedral de Maturín también recordó la institución del sacerdocio. El Obispo de la Diócesis, Monseñor Enrique Pérez Lavado, realizó la misa y el tradicional lavatorio de los pies.
«Jesús en la última cena, instituye el Sacerdocio ministerial, para que la Eucaristía se perpetúe por los siglos de los siglos, y en todas partes.
Los sacerdotes son una bendición en medio de la humanidad. Son el instrumento que Dios usa para hacerse presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad en la consagración del pan y del vino. Así como también de perdonar los pecados.
Demos gracias a Dios por el llamado hecho, de entre nosotros, a estos hombres que se entregan por completo por la salvación de muchos».
Triduo pascual y la Última Cena en Maturín
Este Jueves Santo, al caer la tarde se inició el Santo Triduo Pascual con la misa vespertina de la Cena del Señor. Para esta misa tenemos el relato de la Última Cena en la narración del Evangelio según San Juan.
Este evangelista no narra el momento de la Eucaristía en este lugar, sino que lo traslada al capítulo 6 del evangelio (El Pan de Vida), por eso el texto de hoy describe el Lavatorio de los pies dentro de la Última Cena.
Este lavatorio es un signo de una realidad que está más allá de lo visible, por eso Pedro no entiende, el lavatorio es purificación (como el baño bautismal) obrada por la misión de Jesús, es decir por la entrega de su vida, no sólo sirviendo a los demás, sino sobre todo por su servicio máximo, el sacrificio supremo en beneficio de todos los hombres, sin el cual las personas no tendrían parte con Él en su propia filiación, ser hijos de Dios y en la herencia prometida, la Vida Eterna.
El lavatorio de los pies simboliza el hecho salvífico, único e irrepetible, que sólo Jesús puede hacer, por eso Él le dice a Pedro: “si no te lavo, no podrás compartir mi suerte”, no le dice: “si no te dejas lavar”, esto porque sólo Jesús puede salvar. La purificación de la que Jesús habla, al lavar los pies, es fruto de su Palabra y consiste en la limpieza de todo lo que vaya en contra del amor. Comenta Beda el Venerable: «Aquí se enseña claramente que este lavatorio de los pies pide la purificación espiritual del cuerpo y del alma, sin la que no es posible llegar a la comunión con Cristo».
¿Qué me impide amar de verdad? ¿De qué me tiene que lavar Jesús? ¿Acepto, en lo más profundo de mi corazón que sólo Jesús me puede salvar?
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