La voluntad propia es nuestra capacidad de nadar en contra de la corriente, siendo esta la voluntad del universo. El libertarismo como forma de pensar argumenta que la voluntad propia es lógicamente incompatible con un universo determinista. El libertarismo además establece que dado que los seres vivos tienen voluntad propia, el determinismo debe ser falso.
Por otra parte, el determinismo es la idea de que, en una situación en la que una persona toma una decisión o realiza una acción, es imposible que él o ella pudiera haber tomado cualquier otra decisión o realizado cualquier otra acción. Básicamente, significa que cualquier decisión que creemos que estamos tomando en realidad ya ha sido «tomada por nosotros”.
Existen varios “tipos” de “voluntad propia”, siendo uno de ellos la voluntad propia como estado psicológico que habla de la interacción entre la actividad cerebral consciente e inconsciente. Ello crea una paradoja, porque hace chocar la voluntad propia libertaria y el determinismo, y esto se llama incompatibilismo.
Como lo dice el nombre, el incompatibilismo es la forma de pensar en la cual la voluntad propia y el determinismo son lógicamente incompatibles. La pregunta principal que deja esta ideología, es si las personas tienen o no voluntad propia, si sus acciones están predeterminadas o no.
Los argumentos tradicionales a favor de la incompatibilidad se basan en una «bomba de intuición». Es decir, «si una persona se comportara como un objeto mecánico, por ejemplo: un juguete de cuerda, una bola de billar, un títere o un robot, entonces el ser humano no debe tener voluntad propia.” (Schurger).
Cuando pensamos en voluntad propia, pensamos en todos los aspectos de nuestras vidas. Así que si no tenemos control sobre lo que eventualmente nos sucederá, ¿por qué nos importaría la vida? ¿debemos conformarnos con saber que todo lo que consideramos ser un pensamiento original, no lo es? ¿Qué nos importa que tan espontáneos pensamos que estemos siendo, si de todos modos iba a ser así?
Por: Anthony La Fata
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