Un grupo de científicos ha desarrollado un nuevo sistema de vacunas con el que esperan derrotar al cáncer, de una forma muy novedosa: usando las mismas células tumorales. “Si no puedes contra el enemigo, únete a él”. Esta famosa frase, aplicable tanto a niveles realistas como metafóricos, es la clave del enfoque que le han dado estos especialistas a la nueva vacuna contra el cáncer que ha sido presentada por un equipo de científicos de varios centros de investigación de Estados Unidos.
Con ella, prevén utilizar las propias células tumorales vivas del paciente para atacar al resto y, a su vez, preparar al sistema inmunitario para lanzarse contra ellas en caso de que vuelvan a aparecer.
Sin embargo, las vacunas solo han sido aplicadas -hasta el momento- en ratones, pero con resultados bastante positivos y alentadores.
Esto gracias a que los modelos de roedor empleados en los experimentos cientificos portaron células de médula ósea, hígado y timo derivadas de humanos, de modo que se estaría imitando nuestro propio microambiente inmunitario.
Aunque ya se han hecho varios intentos para hallar una cura contra el cáncer, esta es la primera vez que se emplean células tumorales activas para una vacuna con dicho fin. Generalmente para los estudios anteriores se habían usado células inactivas, como en las vacunas tradicionales con microorganismos con el objetivo de estimular al sistema inmunitario para atacarlas. Sin embargo, en esta ocasión está la ayuda extra de las células activas y esa puede ser la clave que faltaba para aumentar su eficacia.
Un nuevo tipo de vacuna contra el cáncer
En un comunicado, los autores de esta investigación comparan las células tumorales con las palomas mensajeras. Del mismo modo que estas siempre regresan a su dormidero, por muchos kilómetros que se hayan alejado, las células de glioblastoma, el tumor en el que se ha probado esta vacuna contra el cáncer, pueden recorrer todo el cerebro para unirse al resto del tumor.
Por eso, decidieron tomar células tumorales idénticas a las del tumor, pero modificarlas a través de una de las técnicas de ingeniería genética más usadas en los últimos tiempos: CRISPR-Cas9. Este es una especie de corta pega molecular, que permite cortar el ADN, y cambiar unos genes por otros. Así, lo que hicieron fue modificar el material genético de las células para convertirlas en destructoras de tumores. Además, se diseñaron para que fuesen fáciles de etiquetar, detectar y recordar por el sistema inmunitario.
De este modo, al introducirlas en el cerebro de los ratones, podían viajar hasta el tumor, destruirlo y, mientras tanto, entrenar al sistema inmunitario para que, en caso de recaída, sean sus propias células las que se encarguen del ataque. Pero eso no es todo. También se añadió un interruptor de seguridad que, al activarse, destruye las células tumorales modificadas en caso de que sea necesario.
Resultados prometedores
Los primeros experimentos en ratones han tenido resultados muy prometedores en lo que a supervivencia e inmunidad se refiere. Además, al incluir células derivadas de humanos, se espera que la extrapolación a nuestra especie sea más sencilla que con otras vacunas contra el cáncer.
En cuanto al objetivo, se ha usado contra glioblastoma, un tipo de tumor cerebral muy maligno. No obstante, los responsables de la investigación creen que se podría usar contra otros tumores sólidos. Estas son masas anormales de tejido, libre de líquido y quistes, entre las que se incluyen los sarcomas, los carcinomas y los linfomas.
Se trata de tumores muy comunes, por lo que una vacuna contra el cáncer que actúe en el acto y evite recaídas sería un arma perfecta para el arsenal que poco a poco la ciencia va construyendo contra esta terrible enfermedad. Aún queda mucho por caminar, pero cada paso como este es una buena noticia.
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