El líder progresista Luiz Inácio Lula da Silva recibió este lunes el diploma que le acredita como presidente electo de Brasil, tras su victoria en las elecciones de octubre ante el actual mandatario, Jair Bolsonaro.
Lula, de 77 años, completó así el último trámite antes de su investidura, que será el 1 de enero, cuando asumirá la Presidencia por tercera vez, tras gobernar por dos periodos entre 2003 y 2010.
En la ceremonia, el exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin también recibió el diploma como vicepresidente electo.
El acto tuvo lugar en la sede del Tribunal Superior Electoral (TSE), en Brasilia, ante cerca de 300 invitados y bajo un fuerte dispositivo de seguridad, montado como medida de prevención ante las protestas de simpatizantes de Bolsonaro, que llevan más de un mes acampados frente al cuartel general del Ejército.
Esas manifestaciones, que exigen un golpe de Estado que impida la investidura de Lula para que Bolsonaro siga en el poder, se han repetido a las puertas de decenas de cuarteles en varias ciudades del país desde la segunda vuelta de las presidenciales del 30 de octubre.
Lula asume el 1 de enero de 2023
En la ceremonia de este lunes, el TSE también certificó de forma oficial el resultado de los comicios, un trámite que en Brasil se realiza desde 1951, aunque estuvo suspendido durante los años de la dictadura militar (1964-1985).
De acuerdo con las autoridades electorales, Lula se impuso en el balotaje con el 50,9 % de los votos, frente al 49,1 % que obtuvo Bolsonaro, que continúa sin felicitar al dirigente progresista, ni reconocer públicamente su derrota.
El Partido Liberal (PL), con el que el líder ultraderechista se presentó a la reelección, pidió al TSE invalidar el resultado de esos comicios el pasado 22 de noviembre.
La demanda ponía en duda los resultados de las urnas electrónicas de modelos más antiguos, que son más de la mitad, pero fue rechazada por el presidente del TSE, el juez Alexandre de Moraes, quien además impuso una multa millonaria al partido por actuar de mala fe.
Durante la campaña, Bolsonaro encabezó una iniciativa de descrédito contra las urnas electrónicas que Brasil utiliza desde 1996 en sus procesos electorales sin que hayan sido objeto de ninguna denuncia de fraude desde entonces.
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