No es igual estar solo que sentirse solo. Ambas acepciones podemos mirarla desde el pensamiento propositivo, aunque una de ellas amerite de un llamado de atención para evitar caer en un cuadro depresivo capaz de hacernos mucho daño.
Estar solo no es malo, por el contrario, es un estado beneficioso si se sabe aprovechar para dar impulsos muy importantes y necesarios en la vida. De momentos de soledad nacen las mejores y más productivas ideas, se despierta la musa creativa y logramos reencontrarnos con nosotros mismos.
Ahora bien, sentirse solo si reviste un problema mayor. Sentirse solo no es lo mismo que estarlo.
Como todo en la vida, la soledad es un asunto de percepción y actitud ante el hecho mismo, y de los pensamientos que se tengan acerca de ella.
Recordemos que los acontecimientos son neutros; somos nosotros quienes le ponemos el matiz, quienes los interpretamos, de manera que produzcan más o menos alegría o malestar. Es decir, interpretar la soledad como una situación de sufrimiento o castigo que por desgracia te tocó vivir a ti te hará sentir muy mal, pero si lo interpretas como una oportunidad de hacerte acompañar de ti mismo, de conocerte más explorando sus emociones y sensaciones, de crecer personalmente y espiritualmente, de hacer lo que quieres y cuando te apetece, y de entender que la única persona que te puede hacerte feliz eres tú mismo, entonces, FELICITACIONES, ¡has entendido la vida!
Todo esto nos invita a cambiar la actitud, hacerla propositiva, darle sentido real a la valiosa soledad y prepararte para los necesarios momentos de compañía y de encuentro. Esto último me lleva inmediatamente a una obra literaria que considero magistral y que pertenece al psicólogo argentino Jorge Bucay: “El Camino de la autodependencia” con el que el autor nos guía por nuestro camino interior.
Con un estilo claro y ameno nos explica por qué no existe la auténtica independencia y por qué la dependencia no nos permite formarnos como individuos. Por lo tanto, nos propone el camino de la autodependencia, “un primer trayecto por conquistar, un punto de partida necesario que nos permitirá alcanzar la autorrealización, el éxito, la felicidad, o comoquiera que cada uno decida llamar a aquello que constituye nuestro único y más grande desafío”.
Una de las formas más directas y eficientes de lograrlo es a través de la soledad. Una vez alcanzada la autodependencia, y de encontrarte contigo, sigue el camino del encuentro con los demás, en cualquier forma o tipo de relación.
Solo encontrándote contigo puede garantizar sostener un sano y fructífero encuentro con los demás, o de lo contrario, aunque estés acompañado, seguirán sintiéndote solo. En Pensamiento Propositivo te damos algunas recomendaciones para entrar en relaciones con los demás cuando te sientas solo aun cuando tengas personas cerca:
1.- Valorar tu presencia y amarla. Disfrutar de tu soledad te hará valorar cualquier compañía.
2.-Conocerte cada día más, saber lo que te gusta y cómo te gusta, qué quieres, y que te hace sentirte (y ser) feliz y satisfecho: Esto facilita el encuentro con otras personas y te permiten congeniar con ellas.
3.- Internalizar que no eres un organismo aislado, y que parte de tu poder personal está en tu capacidad de estar en compañía de alguien o de muchas personas.
4.-Una vez logres conectarte con otra u otras personas, debes conversar sobre lo que te gusta, darte el permiso a decir no cuando así lo consideres, pedir ayuda cuando lo necesites y también ofrecer apoyo cuando sientas que alguien lo necesita.
Es clave entender que si bien es cierto que somos individuos y que estar solos es parte de nuestra esencial y necesaria naturaleza, también lo es que parte de nuestra fuerza es estar conectados y complementarnos con seres que nos llenen de energía positiva y siempre propositiva.
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