Un gol de Iago Aspas en el último minuto culminó el acto de rebeldía del Celta de Vigo en Balaídos para empatar ante el FC Barcelona 3-3, un partido que perdía el Celta por tres goles en el descanso, tras una primera parte de enorme pegada del conjunto catalán.
Sergi Barjuan mantuvo en su despedida el equipo que había ganado en Kiev. Necesitó poco para someter al Celta durante el primer tiempo, un equipo ausente, irreconocible, pese a que a los dos minutos Aspas falló solo ante Ter Stegen.
Respondió de inmediato el Barcelona. Dos aproximaciones, dos goles. Sin tener un dominio pleno, su pegada fue demoledora. En una acción mal defendida por el Celta, Ansu Fasti sacó un botín grandioso. Recogió un pase de Jordi Alba, se plantó ante Hugo Mallo y, también con Tapia delante, sacó un tiro seco, un gol sorprendente extraño para Dituro.
La siguiente ocasión también fue letal. Nico González regateó a Denis Suárez, se fue hasta la línea de fondo, pasó el balón hacia atrás y desde fuera del área Busquets clavó la pelota dentro de la portería. Dos lanzamientos, dos tantos.
El Barcelona se acomodó bien al guión del partido. Con espacios entre las líneas, pudo moverse con soltura.
El Celta mostró su peor versión en ataque. Nula profundidad, poco desborde, escasa pegada. Apenas tuvo oportunidades: Aspas probó con un tiro de falta; Tapia llegó forzado para rematar un saque de esquina.
La falta de puntería celeste contrastó con la eficacia catalana. El Celta estuvo lento para detener al Barcelona. En una jugada de tiralíneas, hilada a la perfección desde atrás con varios pases cortos, con la jerarquía de Nico González para desequilibrar, Memphis cabeceó un centro de Jordi Alba. Ese tercer gol fue un relámpago que deslumbró Balaídos en un primer tiempo brillante del Barcelona, solo manchado por la lesión muscular de Ansu Fati.
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