Han pasado más de 25 años desde que Gaby Espino se dio a conocer por toda América Latina como una de las «dalinas» del programa infantil Nubeluz. Su carrera como actriz, conductora y, más recientemente empresaria la pone ante las cámaras como una mujer que lo tiene todo y todo fácil, pero en esta entrevista aseguró que su vida «no es lo que parece».
Su afirmación es un juego de palabras con su nueva película que justamente se llama No es lo que parece. Se trata de una producción filmada en la República Dominicana, que se puede ver en Estados Unidos en la plataforma PantaYA y en la que Espino se estrena en el papel de la mejor amiga de la protagonista.
«Es la primera vez que tengo un rol así y me encantó», aseguró sin el menor indicio de ego, algo refrescante en una mujer que lleva 18 telenovelas en roles protagónicos y cinco películas como parte del elenco estelar.
«La experiencia fue un descubrir todas las cosas maravillosas de la industria audiovisual en República Dominicana, un país que conocía como turista, pero no en mi faceta laboral. El nivel de producción y de actuación es de primera y han logrado desarrollar un cine muy profesional e internacional, sin perder su sazón dominicana», indicó Gaby Espino.
No es lo que parece es una comedia que narra una historia de amor a partir de una historia de desamor, pero desde un punto de vista masculino. Aunque los códigos son totalmente caribeños, la situación es tan universal que funciona para todo tipo de público. «Eso me cautivó del libreto. El que es local, pero al mismo tiempo no aliena a nadie», dijo la artista.
Esa curiosidad artística es la que marcó la carrera de Espino ante las cámaras y la que le permitió escapar del clásico encasillamiento de otras actrices que se destacaron como estrellas de telenovelas a corta edad. Aunque nunca había hecho de amiga, sí ha sido agente antidrogas, líder de opinión en temas de mujer, abogada y empresaria, entre otras cosas.
«La gente piensa que yo he tenido una vida y que tengo una vida bendecida y es verdad, pero tampoco es que me han caído las cosas del cielo, ni que estoy en mi casa sin mover un dedo a menos que tenga que actuar», destacó.
Sin planes, pero con rumbo
Después de Nubeluz, Gaby Espino fue reclutada para las telenovelas. Era 1997 y sus sueños de ser odontóloga o veterinaria se quedaron en el aire. Desde entonces nunca dejó de trabajar.
«Yo soy una persona que me cuesta quedarme tranquila. Me hace feliz estar en movimiento físico y mental. Me gustan los desafíos, aprender cosas nuevas», señaló.
Eso sí, no es de las que se traza un camino a largo plazo. «Mi rumbo siempre ha estado marcado por escoger cosas que me hacen feliz, que me entusiasman. Creo que por eso me ha ido bien, porque he tenido la suerte de hacer cosas interesantes con las que vibro y eso lo percibe y lo valora el público», señaló.
Cero ataduras
Hace más de un año expiró el contrato de Espino con la cadena de televisión estadounidense Telemundo. Pasó casi una década como talento exclusivo y a diferencia de otros artistas en situaciones similares, para ella fue un alivio.
Eso le ha dado tiempo para desarrollar su negocio de ser portavoz de marcas, empresaria de cosméticos y pronto dueña de un salón de belleza. Pero por encima de todo de ser una mamá muy presente de sus dos hijos Oriana, de 13 años y Nickolas de 9 años.
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