El día del periodista en Venezuela tiene una raíz histórica tan profunda y entrelazada a la lucha y la libertad, que es por ello que conecta a este oficio con la verdad, justicia, moral, ética, y la necesidad de informar y ser informado.
Luego de haber traído a Venezuela una imprenta, Simón Bolívar fundó el Correo del Orinoco como el brazo informativo de la lucha por la independencia de la naciente República.
El Libertador entendía en todas sus perspectivas el tema de la comunicación y la necesidad urgente de informar a todos sobre los avances del proceso independentista, hacer contrapeso a la Gaceta de Caracas -una publicación pro española y a favor del rey- y lo urgente de masificar las ideas republicanas y libertarias.
Bolívar al solicitar la imprenta la calificó tan importante como los pertrechos para la guerra y logró definirla como la artillería del pensamiento, dando cabal peso a la responsabilidad del ejercicio del periodismo para la causa patriótica. Ejercicio más que informativo, liberador.
“Somos libres, escribimos en un país libre y no nos proponemos engañar al público”, escribió Simón Bolívar en el primer número del Correo del Orinoco y así dejaba sentado el apego a la verdad y la seriedad de tan noble oficio.
En aquel momento la publicación que da origen a la celebración del día del periodista en nuestro país pretendía masificar nuevas y emancipadas ideas para la construcción de una patria soberana y un sistema de gobierno justo para todos.
Hoy el ejercicio del periodismo es golpeado por la radicalización, las informaciones falsas, el uso desproporcionado e hipócrita de términos como libertad y democracia, la adopción de roles y posturas mezquinas, la falta de preparación, la vehemencia de la violencia política y la ausencia de visión ética para con los asuntos e intereses colectivos, mancillando una práctica tan necesaria como importante y noble.
El periodista como mediador entre el hecho noticioso y la colectividad debe desprenderse de creencias, posturas y conductas que desafían el ejercicio ético de la profesión y tratar de ser menos subjetivo y beligerante a la hora de informar. Nada fácil en un mundo que te obliga a tomar posturas a riesgo de no pertenecer ni estar de no hacerlo. Más aún, el periodista es coaccionado en ocasiones para actuar en base a esas posturas e intereses que lo hacen parte de algo.
El periodismo no es en sí mismo un ejercicio de militancia, propaganda o promoción. Hay fórmulas para eso. El periodismo institucional hace lo propio con la promoción y hasta la propaganda. La militancia debe ser un acto relativo a la verdad y no a una tendencia o grupo. Y si así lo hace debe estar claramente establecida la postura y no disfrazada como libertad y democracia. Eso ha contribuido a la distorsión del ejercicio del periodismo.
Siempre habrá aduladores y grandes oradores que tratarán de doblegar al periodismo a sus intereses particulares. Por eso el periodista debe estar sobre la política, estar atento con las fuerzas propias del poder económico pues son dos elementos que requieren de él para ser visibilizados e imponer sus ideas y patrones de conducta.
Nadie que tenga intereses de control, dominación y de manejo de masas actuará inocentemente en su relación con los comunicadores. No hay que dejarse engañar.
Los periodistas somos objeto de deseos de muchos para impulsar sus ideas desde su “verdad”, un espacio muy acomodaticio, cómodo e interesado.
El periodismo es un acto de vocación y valentía. Donde el placer se ubica en el servicio y la responsabilidad y deja de lado el protagonismo y los intereses particulares. Defender la verdad, aunque nos parezca distante es una misión sagrada que trasciende incluso nuestro propio pensamiento.
Ser periodista es un compromiso con la vida, con enarbolar la bandera de la verdad y mirar los hechos desde la justicia social y la equidad.
El periodista de verdad es un ser responsable, moral y justo.
Gabriel García Marquez dijo una vez “no conozco un mejor oficio en el mundo que el de periodista”. Yo tampoco, agrega este servidor.
Aprende, crea y emprende.
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