Han transcurrido aproximadamente cuatro semanas desde que se produjo la reunión de la Comisión de Diálogo Nacional y Fedecámaras, en la que se presentaron una serie de propuestas en pro de la recuperación económica del país; sin embargo, la población venezolana aún aguarda por un acuerdo entre ambos sectores que logre enrumbar al país por un mejor camino.
Entre las propuestas que presentó el sector privado nacional se encuentra un Plan de abastecimiento de combustibles, la venta de gasolina y gasoil y la adopción de nuevos modelos de negocios por parte del sector privado; así como un plan de vacunación con una previsión inicial de 6.000.000 de dosis que puedan traerse a Venezuela, a fin de procurar un programa de inmunización masivo a nivel nacional, que incluya a los trabajadores del sector privado y sus familiares, además de un porcentaje de la población vulnerable, para proteger a parte de la población del COVID-19, y dar respuesta de manera expedita a la emergencia sanitaria y humanitaria que vive el país.
En este sentido, respaldo el reciente comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) sobre la urgencia de la vacunación contra el Covid-19 en el país y el llamado al Ejecutivo Nacional, a las autoridades sanitarias, así como a todas las instancias públicas y privadas para que, pensando en el bien del pueblo, busquen un acuerdo, a fin de conseguir las mejores vacunas que puedan ser aplicadas a la totalidad de la población, sin excepción ni discriminación alguna.
El país está paralizado y preso de un discurso permanente, a través de largas cadenas y mesas de diálogo que conversan, pero no resuelven los problemas reales del país. Los venezolanos están cansados de no obtener soluciones y exigen respuestas oportunas.
Es importante que, después de tres semanas, con una economía totalmente paralizada debido al decreto del ejecutivo nacional de cuarentena radical ante el incremento de la tasa de contagio y mortalidad por el Covid – 19, se fortalezcan las medidas de bioseguridad en todo el país, se inicie el plan nacional de vacunación masiva y aumente la capacidad en los hospitales para poder atender a los pacientes contagiados, con miras a ir incrementando las medidas de flexibilización e ir paulatinamente reactivando los diversos sectores productivos y administrativos.
Los venezolanos sabemos que nuestro sistema de salud está colapsado; por lo tanto, la mayoría ha asumido la responsabilidad de protegerse, cuidarse y han tomado conciencia sobre la peligrosidad de esta enfermedad; incluso, somos uno de los países con menores índices de contagio y mortalidad.
Aunque la invitación es a que, tanto el gobierno nacional como los empresarios, comiencen a dar respuestas efectivas; sin embargo, es apremiante que el gobierno, quien tiene la mayor responsabilidad de atender los problemas del país, reflexione y dé muestras de apertura para lograr solventar la grave crisis económica y sanitaria.
No hay excusas, las fracciones políticas de la Asamblea Nacional (AN), que tiene cuatro meses de instalada, deben comenzar a legislar, en función de dar respuesta al problema pandémico y económico que atraviesa la nación.
En Venezuela tenemos dos tipos de pandemia: el COVID – 19 y el denominado proceso revolucionario. El primero ha cobrado, de acuerdo a cifras oficiales, casi 2 mil vidas en el país; y el segundo, durante los últimos 21 años ha llevado al país al deterioro de la calidad de vida de la mayoría de los venezolanos, porque hay un grupo muy minúsculo que es el gran beneficiario.
Debemos salir de la inercia electoral
Algunos dirán: ¿para qué van a reflexionar?, ¿por qué van a cambiar, si todo le ha salido tan bien?, tienen el poder absoluto, controlan el poder ejecutivo y legislativo, así como la mayoría de las gobernaciones y alcaldías, incluso lograron neutralizar a la oposición venezolana y convencer a los venezolanos a no participar en los recientes comicios; es decir, han ido logrando el control absoluto y total del país.
Cuando a alguien una conducta le ha dado resultado pareciera absurdo cambiar la estrategia, ya que, incluso en estos difíciles momentos que atraviesa el gobierno desde el punto de vista económico, tienen mayor poder político, pues es mentira lo que dice un sector político de la oposición venezolana, al asegurar que es el momento más frágil del gobierno debido a las sanciones. Lo cierto es que esta medida solo ha fortalecido al gobierno y la inercia a nivel electoral ha llevado a los venezolanos a padecer los embates del peor gobierno del período democrático del país.
En relación a las sanciones administrativas por parte de organismos internacionales, considero de suma importancia que, así como el sector radical hace lobby para radicalizarlas, los parlamentarios de la oposición venezolana sean recibidos en los foros internacionales, tanto en Europa como en los Estados Unidos, para dar a conocer ante los organismos las consecuencias de esta medida y se ocupen de liberar al país de unas sanciones que solamente han empeorado la calidad de vida de los venezolanos, no de los jerarcas gubernamentales, pues a ninguno de ellos les ha faltado la vacuna contra el coronavirus, no le ha afectado la falta de gasolina, ni le han faltado alimentos en su cocina o medicamentos para enfrentar algún tipo de enfermedad.
La Venezuela de la sobrevivencia
Esta realidad afecta al 96% de la Venezuela profunda, al pueblo llano, a quienes habitan lejos de la capital, en caseríos, caños, en el lago de Maracaibo; es decir, al venezolano humilde y de escasos recursos, que todos los días se levanta pensando qué le dará de comer a sus hijos y como se alimenta al menos una vez al día.
Algunos logran conseguir el sustento de su hogar pescando o cazando, otros buscando en las bolsas de basura, haciendo minería en las aguas residuales del río Guaire o robando, porque lamentablemente, aunque no sea la actitud correcta, están tratando de sobrevivir.
Actualmente atravesamos tristemente una etapa de sobrevivencia, retrocedimos a la Venezuela del siglo XIX, no del siglo XXI, como algunos alardean, porque la realidad es que la autodenominada revolución bolivariana jamás existió y jamás existirá.
Mi reflexión final es que hay que hacer lo que tenemos que hacer, porque tal y como dice una estrofa de la canción “Caballo Viejo”, interpretada por el cantautor venezolano Simón Díaz: “Después de esta vida no hay otra oportunidad”.
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