Entre las principales inquietudes cuando por primera vez llegamos al gobierno del Zulia en 1995, fue la urgencia de aprender a hacer bien lo que habíamos propuesto desde los años de la clandestinidad.
Como hacer para cambiar a mejor lo bueno, cómo desechar lo erróneo y cómo impulsar cambios positivos, revolucionarios, en los espacios donde la gente nos entregaba responsabilidades de dirigir sus propios destinos. Todo lo necesario para mejorar su vida. El tema de implicar a los ciudadanos, de inmiscuirlos, de hacerlos participes, se nos hacía fundamental.
Recordamos el slogan de Copei de entonces para tratar de captar el voto popular que los adecos se empeñaban en comprar: «si vienen con cemento, si vienen con tapas de zinc, ustedes les reciben el cemento, les reciben las láminas de zinc, porque eso no es de ellos sino que es de ustedes. Y siguen votando verde».
El voto consciente como arma fundamental para producir los cambios, cómo instrumento de voluntades para buscar el destino colectivo. Aquello lo logramos entonces en esa elección del 95. Derrotamos en el Zulia casi sin recursos, a AD, a Copei y al MAS con sus candidatos. Victoria que hemos repetido y que sirvió para que los compañeros reflexionaran y asumieran la vía electoral.
Llegar por primera vez al ejercicio del gobierno con la idea interiorizada profundamente de no repetir errores, de moralizar, de cambiar para mejor, de construir para beneficio de todos.
La experiencia de Chile, los avances y el freno por el golpe de estado a aquella experiencia socialista, nos impulsó para que invitáramos, con la recomendación de Adalberto Zambrano y otros compañeros, a Carlos Matus. Estábamos interesados en aprender de aciertos y errores de gobierno por parte de quienes habían acompañado y vivido en carne propia una experiencia valiosa a favor del servicio colectivo. Compartir en la Escuela de Gobierno del Zulia y luego enviar compañeros para Chile y Brasil, con la idea de reproducir aprendizajes, sin dejar de lado la inquietud de la originalidad, de Samuel Robinson.
El tiempo y las circunstancias presionan mucho la vida de los seres humanos. Marcan rumbos y realizaciones. Pero lo esencial es que no perdamos de vista entre teorías y sueños indispensables, el día a día del servicio, de la verdadera entrega a servir y no a servirnos, en cada espacio donde estemos.
Alcaldías, gobernaciones, poder nacional, todos son una herramienta para el servicio. No vamos a elecciones para ser superiores a nadie, sino para ser servidores de todos. La política como instrumento para el ascenso social se convierte en un dolor y una desilusión para los ciudadanos.
Un proyecto de estados regionales, un plan de trabajo desde las alcaldías. Esos compromisos debemos ofrecerlos este año electoral a los venezolanos los verdaderos bolivarianos. Pero fundamentalmente, la eficacia, la eficiencia y la muestra diaria con la vida misma de que no es el lucro, no es el beneficio personal, no es el enriquecimiento nuestro objetivo. Ese cambio sencillo y simple lo ofrecimos frente al bipartidismo y estamos obligados para cumplirlo si de nuevo el pueblo nos da su confianza.
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