La beata Carmen Rendiles, quien se convertirá en la primera santa de Venezuela este domingo, será homenajeada en los altares a pesar de una discapacidad que casi le impidió dedicarse a la vida religiosa.
La canonización, que fue aprobada el marzo pasado por el fallecido Papa Francisco y que llevará a cabo su sucesor, León XIV, representó un gran impulso para difundir la imagen, vida y obra de esta religiosa, quien fundó colegios destinados a asegurar la educación de niñas de escasos recursos y estableció una congregación que continúa su misión.
Carmen Rendiles tuvo una vida de superación
Rendiles fue la tercera de nueve hermanos, la madre Carmen nació en Caracas el 11 de agosto de 1903 con una vocación religiosa que no supieron percibir las al menos tres comunidades a las que acudió y que le negaron la entrada.
«Fue rechazada de la vida religiosa en Venezuela. Pensaban que iba a ser más bien un estorbo», contó a EFE la religiosa María Concepción Gómez, de 82 años, quien la conoció en 1961.
Pero no desistió. Perseverante, continuó y llegó a la Congregación de Siervas de Jesús en el Santísimo Sacramento, una institución de origen francés, a cuyo noviciado ingresó en septiembre de 1927 con 24 años.
Un lustro después, hizo los votos perpetuos. En 1935, fue nombrada maestra de novicias y, en 1951, superiora provincial.
Gómez aún recuerda la «sencillez, amabilidad y ternura» con la que, dice, la madre Carmen le dio la bienvenida a una comunidad que entonces atravesaba un proceso de independización de la congregación francesa.
La religiosa cuenta que, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, para entonces ya terminada, se había perdido la comunicación con el grupo en Francia y no llegaban los permisos solicitados.
Además, según la página web oficial Madre Carmen de Venezuela, Rendiles se opuso «cuando el gobierno general de la Congregación en Francia» decidió «establecerse como instituto secular».
La madre buscó la manera de salvar la congregación y se encargó, con la ayuda del entonces cardenal José Humberto Quintero, de los trámites para la fundación de un grupo independiente del francés.
Así fue como nació Siervas de Jesús, en 1965, donde luego la madre Carmen fue superiora general.
Gómez compartió con Rendiles hasta su muerte el 9 de mayo de 1977.
En una ocasión, ambas sufrieron un accidente de tránsito junto con otras dos religiosas que perdieron el conocimiento momentáneamente. Gómez resultó ilesa, pero a Rendiles se le fracturó la pierna izquierda.
Estaban en una carretera sola y no había siquiera un caserío. Comenzaron a rezar. Cinco minutos después, llegó una ambulancia.
«Esto es un milagro, un milagro, porque (…) de repente sentí un impulso que tenía que pasar por acá», recuerda Gómez que dijo el conductor de la ambulancia.
Su llegada a un hospital trajo consigo un olor a rosas que comenzaron a comentar las personas que se encontraban en el lugar. Era una manifestación de la santidad de la madre Carmen, reconoce ahora Gómez.
Rendiles fue operada sin anestesia. Estuvo 25 días hospitalizada, siempre con su rosario en la mano.
La madre Carmen empezó a moverse en silla de ruedas tras el accidente y sufrió una artrosis que le contrajo los dedos de la mano derecha, excepto dos: el índice, que usó para escribir a máquina, y el pulgar, con el que hacía la cruz.
Gómez también la acompañó en sus últimos días de vida, cuando recuerda que decía: «Perseverancia hasta el final».

EFE
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