Todo Brasil llora este sábado al presentador que durante décadas reinó la noche de los domingos en la pequeña pantalla, el hombre más influyente de la televisión brasileña, el emprendedor que comenzó como vendedor ambulante y levantó un imperio de la comunicación con el canal SBT como buque insignia.
Silvio Santos murió a los 93 años, esta madrugada en Sao Paulo, a causa de una bronconeumonía tras sufrir la gripe N1H1, según ha confirmado el Hospital Albert Einstein, donde llevaba 17 días ingresado. Aunque su nombre suene poco en el extranjero, entre sus compatriotas era tan famoso como Pelé.
De acuerdo a lo reseñado por el diario El País, Silvio Santos nació en 1930 en Río de Janeiro con el nombre de Senor Abravanel, era el primogénito de una pareja de judíos sefardíes que llegaron a Brasil desde el imperio otomano.
Antes de descubrir su vocación para la televisión, la publicidad y el entretenimiento, estudió contabilidad y fue paracaidista del ejército. Llegó a la pequeña pantalla porque intuyó, en los sesenta, que aquello sería un negocio formidable.
Santos deja esposa, seis hijas —algunas de las cuales recuperaron el apellido original— y un legado indeleble en la televisión, un medio de comunicación que durante las últimas décadas moldeó la sociedad brasileña como ningún otro gracias a un alcance imbatible.
Llegaba a casi todos los rincones de este país continental. Los billetes doblados como avioncitos que lanzaba al público y un sinfín de momentos memorables son parte de la memoria colectiva.
La pandemia y el consiguiente confinamiento le dieron la ocasión de empezar a despedirse cuando ya era nonagenario. Se resistía a jubilarse oficialmente.
Era supersticioso. Y desplegó genio y figura hasta la sepultura. Rechazó que su canal preparara con tiempo un obituario y una programación especial para emitirlos el día de su muerte, algo cotidiano en el sector.
SBT ha seguido en un primer momento con su programación —dibujos animados de Scooby Doo— mientras el resto de los canales y la prensa publicaban los especiales que tenían listos.
Hora y media después, una emocionada presentadora daba la noticia en SBT: “Solo ahora interrumpimos la programación porque estamos administrando nuestro dolor. Estamos dando noticias que nunca quisimos dar”.
Para entonces, su fallecimientoo ya era la noticia del día en todos los medios de Brasil. Y le ha seguido una catarata de pésames, muestras de afecto y clips con momentos memorables de su trayectoria.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva le ha recordado en X: “Su partida deja un vacío en la televisión brasileña y marca el fin de una era en la comunicación del país”. Durante seis décadas presentó Programa de Silvio Santos, que heredó una de sus hijas y sigue en antena.
Todo Brasil unido para despedirlo
Jair Bolsonaro, y el Partido de los Trabajadores; el Corinthians y el Flamengo, los canales SBT y Globo…. Todos los brasileños se han unido para despedirlo.
“Hoy el cielo está alegre con la llegada de nuestro amado Silvio Santos. Vivió 93 años para llevar felicidad y amor a los brasileños”, dice la nota oficial difundida por SBT, el canal de televisión que el presentador y empresario creó. Con cien emisoras afiliadas, es uno de los más vistos de Brasil. Globo, la emisora líder, también se ha rendido con elegancia a la estrella de la competencia: “¡Gracias por tanto, Silvio! Los domingos siempre serán tuyos”.
¿Quién quiere dinero?
Su voz inconfundible, su inolvidable frase ¿Quién quiere dinero? que gritaba antes de lanzar al enardecido público de sus programas billetes doblados en forma de avión y su capacidad para conectar con la audiencia lo llevaron rápidamente al estrellato, y en 1963, fundó el Grupo Silvio Santos, que incluye la famosa cadena de televisión SBT (Sistema Brasileiro de Televisão).
Santos influyó en la televisión brasileña como nadie. Apareció por primera vez en pantalla en 1963, cuando John F. Kennedy era presidente de Estados Unidos y Pelé ya había conquistado dos de sus tres Mundiales.
Y durante 65 años, presentó el Programa de Silvio Santos, cuatro horas de variedades los domingos por la noche con concursos, actuaciones musicales, humor, entrevistas… Un coctel de entretenimiento y alegría convertidos en un clásico del que millones de brasileños aún disfrutan como evasión de las infinitas dificultades de sus vidas cotidianas.
Nunca dejó de teñirse el pelo porque la vez que intentó mostrar sus canas el escándalo fue mayúsculo.
Con su fallecimiento han resucitado momentos memorables de su vida, como el desfile de carnaval que homenajeó, en 2001, su trayectoria en el Sambódromo —uno de los mayores honores que puede cosechar un brasileño— o aquel día de 1989 en que Lula apareció en Programa de Silvio Santos para presentarse ante sus compatriotas.
El Partido de los Trabajadores comparecía por primera vez a unas elecciones presidenciales, con el entonces aguerrido sindicalista y organizador de huelgas en plena dictadura como candidato.
La televisión y Silvio Santos eran el camino más corto para entrar en los hogares de los brasileños. En cuatro minutos, Lula dio un mitin en horario de máxima audiencia. Perdió esas elecciones y las dos posteriores, pero allí nació su carrera política y una relación con el presentador marcada, según ha recordado el mandatario, por “el respeto y el cariño”.
Silvio Santos empezó su carrera en la televisión alquilando un espacio de 30 minutos en la franja nocturna de un canal de São Paulo. A partir de ahí construyó todo un imperio de comunicación como empresario sin dejar de acudir, hasta la pandemia, a su cita dominical con millones de telespectadores.
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