Poco después de iniciado este viernes el Shabat judío, Hamas sorprendió a Israel con un ataque masivo por aire, tierra y mar. Al amanecer, el primer ministro Netanyahu declaró la guerra y ordenó atacar distintos objetivos en la franja de Gaza. A esta hora que escribo mi columna semanal se cuentan por centenares los muertos de bando y bando y el pronóstico es que pronto será por miles.
Con la hasta ahora guerra entre Israel y Hamas, y el hasta ahora es porque gravita la posibilidad que se incorporen nuevos actores -países, grupos-, pasan de cincuenta los enfrentamientos bélicos que sacuden al mundo, varios de ellos de antigua data y algunos absolutamente desconocidos por tantos de nosotros.
La guerra ruso-ucraniana; la tercera guerra civil sudanesa; la insurgencia en el Magreb; la guerra en Birmania con los conflictos en Kachin y de los Rohinyá; la civil somalí; la siria; la insurgencia de Boko Haram que involucra a Nigeria, Camerún, Niger y Chad; la civil yemení; la etíope en Oromo y Tigray y con Sudán; la contienda Somalí-Afarí; la guerra de Kivu entre el Congo, Ruanda y Burundí; la de Malí; los enfrentamientos comunales de Nigeria; los tribales de Sudán, la violencia en Darfur; la rebelión de las Fuerzas Democráticas Aliadas en el Congo y Uganda; la guerra de Jaiber Pajtunjúa en Pakistán; la aún resistencia afgana; los enfrentamientos en Baluchistán; la segunda guerra del Alto Karabaj; la fronteriza armenia-azerí; las disputas entre Azerbaiyán y Artsaj, las interminables en Cachemira; la segunda guerra civil centroafricana; la insurgencia en Filipina y la islamista en Cabo Delgado, Mozambique; los separatistas kurdos en Irán; la de saharauis contra marroquíes, escenario de combates en el desierto del Sahara que visité en solidaridad con la RASD hace cuarenta años; la suspendida entre las dos Coreas; entre otras, acumulan millones de víctimas e incalculables pérdidas económicas.
Tensiones entre China y Taiwán; bombardeos americanos que son interceptados en el límite de espacios aéreos de Rusia; escaramuzas verbales entre Venezuela y Guayana amén de guerras de dudoso perfil pero de impacto considerable como la que libran estados contra bandas armadas de narcotraficantes, casos México y Guatemala, que en ocasiones se enmascaran con ideologías y en nuestras propias fronteras tenemos a la FARC y al ELN; drones que liquidan a adversarios; complejizan el cuadro planetario.
La primera guerra mundial se originó en el asesinato del archiduque Francisco Fernando y tras sólo cuatro de conflagración los resultados fueron terribles. La segunda se gestó en el revanchismo y se saldó tras seis años marcados por la barbarie con la mayor tragedia que ha sufrido la humanidad.
La multiplicación de conflictos entre países y también dentro de países, con influencia y en muchos casos participación de las naciones más poderosas del mundo -Estados Unidos, China, Rusia- con actores menores también inmersos -la Unión Europea, Irán, Corea del Norte- configura un cuadro de mucha peligrosidad para nuestra civilización.
Recientemente, en la inauguración de los debates de la 78 asamblea general de Naciones Unidas, António Guterres, señaló: “Actuemos con determinación para salvar las diferencias y forjar la paz. Actuemos con determinación para defender la dignidad y el valor de todas las personas. Actuemos con determinación para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible y no dejar a nadie atrás. Actuemos con determinación para reformar el multilateralismo y adaptarlo al siglo XXI y unirnos en aras del bien común”.
Atribuyen a Albert Einstein la frase: “ignoro con que armas se luchará en la tercera guerra mundial, pero les aseguro que la cuarta guerra mundial se luchará con palos y piedras”. Con más de doce mil quinientas ojivas o cabezas nucleares en manos de una decena de países, el mayor número de Rusia y Estados Unidos, la posible extinción de la raza humana no es una hipótesis descartable.
Contribuyamos para que el mundo sea de Paz, por modesto que sea nuestro aporte, forjemos Paz.
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