De madrugada, culminé la última revisión de la primera versión del “Diagnóstico-País– que nos fuera encomendada por el CEN de Acción Democrática que lidera nuestro hermano Bernabé Gutiérrez.
Trabajaron en este documento miembros de la dirección nacional del Partido del Pueblo, profesores universitarios de altísimo nivel entre ellos varios rectores, consultores de los más destacados del país, apoyados en varias de las muchas investigaciones, de calidad todas, que se han realizado sobre la realidad nacional en los últimos años.
“Si hay algo que sobra en Venezuela son diagnósticos” me señaló acertadamente uno de los rectores participantes cuando lo invité a incorporarse continuando lapidario “lo que se necesita son soluciones y prontas porque demasiado paciente es el pueblo venezolano”.
Aún resta algún análisis para la presentación pública pero los resultados son más que dramáticos demostrando que nuestra “permacrisis” es de las mayores de la historia reciente.
El desplome de la economía; Entre la hiperinflación y la inflación; La extinción del bolívar; Precarios sueldos, salarios, pensiones y jubilaciones; El derrumbe del poder adquisitivo, La escasez de bienes; La crisis humanitaria y la emigración; La otrora primera industria petrolera del mundo; La crisis del sistema de salud; La situación educativa; La depauperación de los pueblos indígenas; La degradación del ambiente; La delincuencia no cede; La corrupción galopante; La burocracia mal pagada; De la descentralización al hipercentralismo; El retroceso de los programas sociales; La pérdida de la calidad democrática; son capítulos que el “Diagnóstico-País- muestra, con cifras irrebatibles, la magnitud de nuestra tragedia. Capítulo también incluido el de “Las sanciones unilaterales extranjeras” que pesan en la Venezuela de hoy.
Cuando ves los números no puedes concluir cuales son más terribles: si los US $ 5,32 del salario mínimo mensual que reciben hoy millones de trabajadores y trabajadoras o los 24 cuatrillones de bolívares de antes de la jura de Chávez como Presidente que a la fecha cuesta un dólar americano.
Pero cuando imaginas lo difícil de la travesía de una familia, con sus bebés a cuestas, atravesando la selva de Darién, o el páramo de Berlín, o el desierto de Atacama, en procura de un mañana mejor que no esperan en nuestro país, o el dolor de una madre por su hijo muerto de mengua, o el de un maestro llorando de hambre, el sufrimiento escala a niveles insoportables.
“Nos encontramos hoy en el más profundo abismo” me comentó entristecida una joven estudiante que ayudó a compilar el documento.
“Si” le dije, “a que dudar, pero podemos y debemos ser en un futuro que no está lejos el mejor país del mundo. Depende de nosotros, solo de nosotros”.
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Gracias a las malas políticas de los partidos como Acción Democrática y Copei, qué hicieron de Venezuela, quítate tú para ponerme yo, estamos en esta crisis política, a sus intereses personales y partidistas, ya dejen qué otros grupos más actualizado y verdadero venezolanos hagan el trabajo que ustedes no hicieron