La curia venezolana sufre de una profunda crisis espiritual. Su último pastor, así con mayúsculas, partió a la Casa del Padre, hace poco, su eminencia Cardenal Jorge Urosa Sabino.
Luego, producto del enfrentamiento que tuvo monseñor Aldo Giordano, -hombre diplomático y representante de su Santidad Francisco-, con Urosa que combatía al régimen comunista sin esguinces, y advierte a la Santa Sede del error de prestar el prestigio de la Iglesia, para transar con el régimen.
Decide entonces, Giordano promover a monseñor Porras, desplazando a dos merecedores del Cardenalato, monseñor Ubaldo Santana Arzobispo de Maracaibo y monseñor Moronta, Obispo del Táchira. La única credencial de Porras, es su vieja amistad con el Cardenal Bergoglio.
Muerto Urosa, al que por cierto, se le rinden depauperados honores post morten, bajo el débil argumento de la pandemia del COVID, queda la Iglesia venezolana, sin voz de autoridad.
Hace días muere monseñor Gustavo Ocando Yamarte, de quien el Cardenal Quintero, llegó a decir que era el más ilustre y formado sacerdote de la Iglesia Venezolana.
Monseñor Ocando, en 1999, el estrenado Presidente Chávez, le propone en la Viñeta ir a Gobierno. No acepta. Ya había rehusado ofrecimientos de Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campins, que ven en Ocando un salvavidas moral para sus Gobiernos.
Pero Ocando rechaza, porque nada necesita del poder. Todo lo ha comenzado él, sin más socio que la Divina Providencia.
Funda NCTV, y lleva su señal televisiva a Zulia, Carabobo y Lara, una obra de casi 10 millones de dólares. Le siguen el Teatro NCTV y el Instituto con stadium, otros 25 millones de dólares.
Pero otras obras se le van sumando. Impresionan en Viena, los niños pertenecientes a la coral Niños Cantores del Zulia.
Y no se seba en su empeño, y cuál Quijote, se encamina y funda la impresionante obra del Museo de Ciudad de Dios y el Templo a San Tarcisio. Otros 100 millones de dólares, en cálculos, se van ahí.
Todo lo gestiona con la empresa privada, de la que se hace defensor, y de fondos venidos de otras latitudes.
Así de cuando en cuando, se va haciendo eco en todo el mundo la obra de este sacerdote zuliano, y la Unión Europea se involucra en asesoría del proyecto más impresionante que en salud se haya hecho en Venezuela: El sistema Madre Rafols.
La obra principal de este sistema de salud, es un millonario hospital, de incalculable valor, en cientos de millones de dólares, que lleva en reciente visita, al embajador se Japón a decir : No he visto un Hospital así en mi país.
Su obra fecunda no es solo material, sino que escribe la Historia del Zulia, y en plenos años de los noventa, adelantándose a la era de la imagen, y los símbolos, escribe Dios Semiota, una obra para la semiótica y los académicos.
Desde Ángulos, habla al país, hasta que llega la segunda censura. Después del apoyo de Alselmi, periodista destacado, para que en el canal del Estado se propague su voz; sigue su salida por presiones del periodista Vladimir Villegas que jefatura VTV.
Antes, unos años, es recluido en su casa, por disposición del Arzobispo Pérez Morales, que le destituye de todo, porque Ocando en sus obras comete dos pecados capitales en mi criterio: 1- En ninguna obra está su nombre. 2- Y todo lo pone a nombre de la Arquidiócesis de Maracaibo.
Pérez Morales, cumpliendo el encargo de Rafael Caldera y su hijo que negociaba una isla en el Zulia, para sí; le sacan de la televisión y de dirección de obras. Ocando acepta sin chistar.
Pero el Zulia arde en llamas y el Padre Laudy, Palmar y Chulique, protestan y levantan al clero contra la decisión. Otros, periodistas como Gastón Guisandes se suman a la lucha, y Roma, degrada al Arzobispo Pérez Morales, y se le envía a Los Teques como Obispo.
Monseñor Ubaldo Santana, llega a Maracaibo. Y Ocando vuelve a la Televisión, pero no a dirigir. Y no vuelve a las obras, que muchas se vienen a ruinas por mala administración.
Pasado el tiempo la obra imponente de Hospital Madre Rafols es inaugurada. Tres años antes que Ocando cayera en una irónica pérdida de la memoria, que tanto había cultivado, decide hablar. Va ante el periodista Galicia y dice “¿Cuál país ? ¿Cuál Venezuela? ¿Cuáles líderes?“, y cierra su sentencia: “Solo sé que vamos para abajo”.
Meses después da entrevista al periodista José Irrael y ya sin esguinces se queja de las colas, y en clara alusión a Cuba, dice que Venezuela se está aliando con lo peor.
Es la respuesta sin medias tintas a la que tiene acostumbrados a sus seguidores. Ya en 2004, una periodista de Televisa le interroga sobre el sexo en un sacerdote y contesta: El sexo no es felicidad, hay mujeres dedicadas a la prostitución que no salen de las camas, y son muy infelices.
Parte Ocando hace días nuevamente a la Casa del Padre. Le rinden homenaje el gobernador del Zulia, y diversas personalidades del mundo del clero y académico. Pero queda un sin sabor, la Conferencia Episcopal, moribunda, llena de coléricos que ya no oran y que se carcomen en la envidia y la ambición, no lamentan el deceso. El Cardenal Porras mantiene silencio, algo que no hubiera hecho Urosa, que era un pastor.
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