El Gobierno francés pide a la población que reduzca «al máximo» los contactos estos próximos días pero no tiene intención de imponer nuevas restricciones a menos que haya «un recrudecimiento muy fuerte de la epidemia a causa de (la variante) ómicron».
Este es el mensaje de su portavoz, Gabriel Attal, que en una entrevista este martes al canal France 2 reconoció cuando se le preguntó por la posibilidad de aplicar un nuevo confinamiento como en los Países Bajos que «no excluimos nada por principio», pero que saben que si los franceses se esfuerzan en tomar medidas de precaución eso da resultados.
Otro de los principales mensajes de Attal es que hay que continuar con la administración de dosis de recuerdo de las vacunas, sobre todo para las personas que presentan algún riesgo y para los sanitarios. El portavoz avanzó que hoy se superarán los 20 millones de dosis de refuerzo administradas (sobre una población de 67 millones).
Además de algunas medidas de restricción en vigor desde comienzos de mes, básicamente el cierre de las discotecas y de los espacios de baile en bares y otros establecimientos, el primer ministro, Jean Castex, anunció el viernes pasado que para Nochevieja estarán prohibidas las concentraciones no organizadas y consumir alcohol en la vía pública.
Castex pidió también a los ayuntamientos que anulen los fuegos artificiales o los conciertos de Nochevieja, una anulación que se está generalizando, como lo hizo París el mismo sábado.
Preguntado sobre la posibilidad de prolongar las vacaciones escolares, que empezaron el pasado sábado, más allá del 3 de enero, Attal explicó que «no es una hipótesis que privilegiemos» y que sería «un último recurso» en caso de que la epidemia se disparara porque hay un interés evidente en mantener a los niños en la escuela.
En cuanto a la posibilidad de imponer el certificado sanitario a los trabajadores de todos los sectores -ahora ya se exige a los sanitarios o a quienes están en contacto directo con el público, como en la hostelería y la restauración- precisó que «es una hipótesis».
Ayer la ministra de Sanidad, Elisabeth Borne, sondeó sobre ese punto a los sindicatos, que mostraron su oposición al certificado sanitario en las empresas. Lo mismo hicieron las organizaciones patronales, que se manifestaron igualmente muy reticentes.
El portavoz del Ejecutivo insistió en que con esa idea «el objetivo es incitar al máximo a la vacunación».
También ese es el objetivo de la transformación del certificado sanitario en certificado de vacunación, con un proyecto de ley que se tramitará en el Parlamento en enero.
Eso significará que para muchos actos de la vida social para los que se exige desde el verano el certificado sanitario, como tomar algo en un bar o en un restaurante, ir al cine, a un espectáculo o a un estadio no será posible hacerlos con un test negativo, sino que será imprescindible tener la pauta de vacunación completa o haber superado la covid hace menos de seis meses.
Francia lleva una decena de días con una media de más de 50.000 contagios diarios (ayer se comunicaron 15.075, pero eso se explica porque los domingos se hacen muchas menos pruebas).
La tasa de incidencia era a finales de la semana pasada de 536,6 casos por cada 100.000 habitantes en una semana.
En cuanto a la situación en los hospitales, ayer se superó el listón de 3.000 pacientes en las ucis, con 3.025, 89 más que la víspera. En total este lunes estaban internadas por coronavirus 15.918 personas, 390 más que el domingo.
Además, se registraron 224 muertes, por lo que suman 121.717 desde que empezó la pandemia.
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