Raffaella Carrà ha muerto a los 78 años de edad, según ha informado el medio italiano La Reppublica. «Nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre». Con estas palabras ha anunciado Sergio Japino, su pareja de toda la vida, la noticia.
Nacida en Bolonia, en 1943, la artista se convirtió en un símbolo de libertad en los años sesenta y setenta. Empezó su trayectoria profesional con nueve años tras ser elegida para un papel en la película Tormento del passato y, desde entonces, su talento y excentricidad la llevaron a triunfar no solo como actriz, sino también como cantante, bailarina, coreógrafa y presentadora de televisión.
Durante su carrera, la artista polifacética presentó diversos programas, la mayor parte en la cadena italiana RAI y en la española TVE; y realizó especiales en Argentina, Chile, México y Perú. Su último proyecto televisivo fue la reinvención de Mi casa es la tuya bajo el nombre de A raccontare comincia tu.
Carrá trabajó en Hollywood en la década de 1960, pero no tardó en retomar su carrera en Europa, tanto en plano cinematográfico como en el televisivo. «Ni bebo ni me drogo, por eso Hollywood no era para mí», explicó al respecto en una entrevista con El País.
La muerte de la diva italiana, famosa por sus inolvidables éxitos como Fiesta, Hay que venir el sur y Caliente, caliente, ha provocado la tristeza de su eterno amor, Japino, y de sus sobrinos Federica y Matteo; así como de Bárbara, Paola y Claudia Boncompagni, de amigos y compañeros de profesión. Entre ellos se encuentra Laura Paussini, que ha lamentado su pérdida en las redes sociales.
Y es que Raffaella María Roberta Pelloni siempre será recordada: demostró ser capaz de desarrollar numerosas facetas y seducir y entretener a cualquier tipo de público, así como también protagonizó diversos escándalos a causa de sus letras, en las que llegó a hablar de temas controvertidos para la época, como la homosexualidad, el sadomasoquismo e incluso la masturbación femenina. Esto la llevó a ser censurada en varios países.
Su espontaneidad conquistó a Italia, después a España -donde se convirtió en un mito sexual en la conservadora sociedad de mediados de los setenta-, y de ahí dio el salto a Latinoamérica. Divertida, descarada y explosiva, la Carrà deja este lunes un enorme vacío entre sus seguidores y seres queridos.
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