El pasado domingo, dos buenos amigos diputados a la Asamblea Nacional electa en el 2015 -cuyo ejercicio concluyó en enero de este año- me visitaron y conversamos largamente.
Con franqueza reconocieron haber cometido un gravísimo error al llamar reiteradamente a la abstención alegando que en sus casos lo hicieron por las presiones e incluso amenazas de quienes lideran los grupos políticos en los que militan.
“Nos decían que la orden que habían recibido era no participar y que nos sancionarían si no hacíamos caso” señaló uno de mis interlocutores mencionando los nombres de aquellos con los cuales en conferencias zoom y reuniones presenciales les atemorizaban.
“Además -comentó el otro- nos advertían que si nos descuadrábamos nos suspenderían el apoyo que recibíamos por AirTM”.
Ambos hablaron conmigo porque quieren ser candidatos a gobernadores y si bien ya les bajaron la línea que en las elecciones regionales y locales “si vamos a participar” porque de afuera les concedieron el permiso – “bueno Luis tú mismo diste una declaración sobre el comunicado de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea sobre que es claro el mensaje de la participación”- confiesan que no encuentran la narrativa para explicarporque hay que votar ahora cuando en el pasado reciente llamaban a no hacerlo.
Como les conozco hace tanto y conozco a sus familias y sé lo que han dejado en el camino y vi la angustia que les embargaba –“Luis, no podemos seguir con esa loquera de no votar en la que nos metieron los jefes”- no les dije lo que pensaba: si Rómulo Betancourt viviese hace rato que les hubiese dado una patada por el fundillo por sacrificar los intereses de un pueblo por sumisión a unos amos extranjeros que los convirtieron en peones o peor aún por unos pocos dólares que mensualmente recibían y que aun esperan por recibir. Por cierto, el más joven de los dos me dijo con desparpajo; “yo no me he abierto todavía porque estoy esperando que nos prometieron pagarnos lo que nos deben del 2020 y lo que nos toca del 2021”.
Manteniendo la calma, medité mi respuesta y palabras más, palabras menos, les recomendé:
“Sean sinceros, reconozcan que se equivocaron y como hacen los verdaderos líderes pidan disculpas. Hagan pública mea culpa que si lo hacen de corazón quienes creen en ustedes les entenderán. Manifiesten sin ambages que pacífica y electoralmente es la única manera de cambiar y construir una nueva nación, de superar la gravísima crisis política, económica y social que azota a Venezuela, aprovechen para exigirle a quienes les utilizaron que dejen de bloquear al país porque los únicos perjudicados son los humildes y fíjense que no les estoy pidiendo que denuncien a los que más que presionarlos los extorsionaban porque es como mucho”.
Agregué de seguida: “luego Incorpórense a edificar la mayor unidad posible, dejen de insultar a quienes ayer llamamos a votar porque entre otras razones transitábamos la ruta correcta y comencemos juntos a procurar candidatos unitarios, programas unitarios y un padrón electoral unitario porque de lo contrario quien sea candidato de solo una parte y no del todo el 21 de noviembre cosechará una aplastante derrota”.
Después que se fueron le pregunté a Siri sobre qué contiene la Biblia sobre el perdón y el arrepentimiento y entre varios versículos me pareció muy apropiado 1 Juan 1:9. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
Que Dios y el pueblo venezolano les perdone, si su arrepentimiento es verdadero.
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