La Encuesta Nacional Omnibus de Datanalisis presenta un cuadro dantesco: El 91% evalúa negativamente la situación del país, el 56% estima que su situación personal es mala y el 83% rechaza la gestión del presidente NM.
El problema que más nos aqueja es el costo de vida-inflación-sueldo insuficiente (mencionado por el 72% de la muestra), y fenómenos relacionados: la crisis económica (44%) y desempleo (26%). Estas percepciones coinciden con el fracaso de las políticas estatistas, populistas y engañosas que han destruido cerca del 80% del PIB; gestado la única hiperinflación del mundo, quebrado a todas las 802 empresas del Estado y obligado a migrar a casi seis millones de venezolanos.
El 64% piensa que los responsables de estos problemas son el presidente NM, su gobierno y los gobernadores. El 70% desea que NM deje el gobierno en 2021 y un 8% mediante un revocatorio en 2022.
¿Y a quién ponemos como alternativa en la Presidencia? Ninguno de los dirigentes de oposición llega al 20% de aprobación de gestión y todos tienen 70% o más de rechazo. La meteorización de los partidos de oposición sigue creciendo. La autodefinición política de los venezolanos está en su nivel histórico más bajo; un 11% se define “chavista” y 20% “opositor”. La identificación partidista también está en su mínimo histórico: 10% del PSUV y 4,6% la de todos los partidos opositores. Es decir, no hay condiciones para asegurar la gobernabilidad de Venezuela bajo otras manos que no sean las de los militares que apoyan a NM.
Lo más grave es que muchos dirigentes y partidos de oposición han llamado a la abstención y gran parte de su mercado le ha hecho caso. Esto implica ceder espacios que le pertenecerían a ese 80% que rechaza al oficialismo. El argumento para no ir a votar es que “no están dadas las condiciones”. Pero las condiciones electorales no sólo las pone el gobierno sino también las debe poner la oposición. Tan esto es así que, cuando dicha oposición las ha puesto, ha triunfado, a pesar de muchos ventajismos del oficialismo. Bloqueó la reforma constitucional de 2007, ha ganado alcaldías y gobernaciones, logró la votación que tuvo Enrique Capriles en 2013 y la mayoría absoluta de diputados en 2015. Y esas condiciones son: Coordinadora de partidos, postular un buen candidato por cargo, hacerle la campaña y defenderle los votos. Pero, lejos de esto, los principales partidos de oposición no sólo no han confesado su incapacidad en ponerse de acuerdo para aplicar esas reglas, sino que han fijado toda la atención en las condiciones electorales del gobierno, como si fuesen las únicas que hay que aportar. Peor, han convencido a gobiernos extranjeros aliados que el foco es cambiar a NM; que tienen el apoyo interno para hacerlo; y que pueden gobernar. Pero, los números y disparates aquí expuestos dicen otra cosa.
Asumir que en Venezuela se puede cambiar el gobierno de NM y que después se podrá gobernar es un error de cálculo: Por ahora, quien no sea la Alianza Militar-Cívico en el poder no está organizado para gobernar el país. Otro gobierno tendría entre sus enemigos a sus propios compañeros (como le pasó a Juan Guaidó – y ahora algunos tienen el cinismo de llamarlo inútil-); y se enfrentaría a un enemigo fabuloso: el chavismo en la oposición, con todo el dinero y aliados internacionales que saben lo que hacen.
Entonces, ¿por qué empeñarse en darle jaque mate al Rey, como jugando ajedrez? Creo que es mejor considerar que Venezuela es tierra arrasada en todos los ámbitos. Así es muy difícil triunfar y, más aún, sostenerse. Sería pues de considerar que consideremos jugar Wei Qi, ocupar espacios vacíos y, al final de un largo juego, el que ocupa más espacios gana. Concentremos en cobrar espacios en el nombramiento de los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral; en ocupar gobernaciones; en bloquear el avance de las Leyes inconstitucionales del Poder Popular que apuntan a la creación de una república parlamentaria comunal; en evitar la inconstitucionalidad de adelantar las elecciones de alcaldes; y en que el gobierno le ceda espacios en la economía al empresariado vendiendo parte o todas las acciones de las empresas del Estado que no producen sino pérdidas económicas y morales.
Si los países desarrollados quieren usar la presión de las sanciones para negociar cambios, mejor es que sean puntuales; no crean que estamos en tan buenas condiciones como para asumir la Presidencia por más que un 80% de los venezolanos lo queramos. Los deseos no empreñan. Si nos quieren ayudar, presionen más duro, pero para ayudarnos a ocupar espacios vacíos que sí podamos gerenciar y sostener, con más mesura y humildad y menos fanfarronería. En este ejercicio nos iremos fortaleciendo y reeducando para ser mejores demócratas que lo que lo hemos sido hasta ahora. De haberlo sido, no nos hubiera caído esta mabita que estamos viviendo.
@joseagilyepes
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