La Sala Primera de la Corte Suprema de Brasil aprobó unánimemente este lunes la orden de detención preventiva emitida el sábado contra el expresidente Jair Bolsonaro, quien se encuentra recluido en la sede de la Policía Federal en Brasilia.
Los cuatro integrantes de la sala apoyaron la resolución de transformar la detención domiciliaria en prisión preventiva y dictar el encarcelamiento de Bolsonaro, una medida tomada por el magistrado Alexandre de Moraes, encargado del proceso en el que el líder de la ultraderecha fue hallado culpable de golpismo.
El primero en emitir su voto fue el propio Moraes, quien el sábado dispuso el traslado del expresidente a una celda en las instalaciones de la Policía Federal, argumentando la existencia de un «riesgo de fuga» tras el daño que Bolsonaro ocasionó a la tobillera electrónica que supervisaba sus movimientos.
Los magistrados Flávio Dino y Cristiano Zanin también expresaron su apoyo, siendo ambos designados como miembros del Supremo por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Flávio Dino ocupó el cargo de ministro de Justicia y Cristiano Zanin fue abogado personal del presidente.
La última en pronunciarse en un juicio virtual que duró menos de cuatro horas fue la magistrada Cármen Lúcia Antunes, que igualmente respaldó la decisión de sus colegas.
En su sentencia emitida este lunes, Moraes declaró que Bolsonaro infringió «de manera intencionada y consciente» la tobillera electrónica que le fue impuesta como medida de precaución durante su arresto domiciliario.
Corte Suprema de Brasil
De acuerdo con el instructor, en el interrogatorio al que fue sometido el domingo, el líder ultraderechista nuevamente confesó que inutilizó la tobillera, con lo que cometió una «falta grave» y dejó de cumplir claramente una medida cautelar y le «faltó al respeto a la Justicia».
Para el juez instructor, esa violación, con la intención de obstruir la fiscalización de la detención domiciliar, confirma un «riesgo inminente de fuga».
Igualmente, alegó que la convocatoria de sus seguidores a una vigilia en las proximidades de la residencia de Bolsonaro, que, en su opinión, podía ser utilizada para generar confusión, también constituye una demostración del riesgo de fuga.
Sobre la posible manifestación, Flávio Dino afirmó que «la experiencia reciente demuestra que grupos movilizados en torno al condenado, frecuentemente actuando de forma descontrolada, pueden repetir conductas similares a las del 8 de enero».
Dino hizo referencia a la intentona golpista del 8 de enero de 2023, cuando miles de bolsonaristas asaltaron las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema en un intento de forzar un golpe de Estado contra Lula.
«No se descarta, incluso, la hipótesis de intento de ingreso a la residencia del condenado, lo que puede provocar incidentes con los agentes de Policía responsables por su custodia», alegó Dino.
El ex jefe de Estado (2019-2022), condenado a 27 años de prisión por golpismo, confesó el mismo sábado haber quemado con un soldador la tobillera impuesta por el Supremo para controlar sus movimientos.
En una audiencia con un juez el domingo, sin embargo, negó que su intención fuese fugarse y achacó su comportamiento a un episodio de «paranoia» y «alucinaciones» producido por la mezcla de medicamentos.
Bolsonaro, que cumplía prisión domiciliaria desde agosto, achacó sus acciones a los efectos colaterales de haber mezclado pregabalina (antiepiléptico) y sertralina (antidepresivo), según el informe de la audiencia.
El exgobernante, de 70 años, arrastra problemas de salud, como crisis de ansiedad, episodios de hipo y vómitos, trastornos que atribuye a la grave puñalada que sufrió en la campaña electoral de 2018 y que le ha obligado a pasar varias veces por el quirófano.
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