¡Evitar cualquier forma de tecnofobia! El papa León XIV solicitó a las instituciones educativas católicas que fortalezcan la capacitación de los maestros en el área digital, evitando la tecnofobia, y además, exhortó a promover el acceso a la educación para aquellos que más lo requieren.
La carta apostólica llamada Trazando nuevos mapas de esperanza fue emitida con motivo de los 60 años de la declaración «Gravissimum educationis», el texto sobre la educación católica que resultó del Concilio Vaticano II.
Papa pide evitar la tecnofobia
El escrito aborda el tema de la tecnología, uno de los puntos importantes señalados por el papa estadounidense al comienzo de su pontificado.
En este sentido, se solicita una «creatividad pastoral» para «fortalecer la capacitación de los educadores en el ámbito digital, valorar la enseñanza activa, fomentar el aprendizaje-servicio y la ciudadanía responsable, y evitar cualquier forma de tecnofobia».
Nuestra actitud hacia la tecnología nunca puede ser hostil, porque el progreso tecnológico forma parte del plan de Dios para la creación», expresó León.
Lo fundamental «no es la tecnología en sí, sino cómo la utilizamos. La inteligencia artificial y los espacios digitales deben enfocarse en salvaguardar la dignidad, la justicia y el empleo», señala el pontífice, quien advierte que “ningún algoritmo puede reemplazar la poesía, el amor o la felicidad del descubrimiento”.
Asimismo, menciona que en las universidades católicas es necesario contar con «menos clases magistrales y más espacios donde podamos reunirnos, sin jerarquías superfluas, para abordar las cicatrices del pasado y encontrar, guiados por el Espíritu, conocimientos que surjan de la experiencia de los pueblos».
León XIV señaló que «la familia sigue siendo el primer lugar educativo» y que «las escuelas católicas colaboran con los padres, no los sustituyen, porque el deber de la educación, sobre todo religiosa, les corresponde a ellos antes que a cualquier otra persona».
El pontífice desaprueba el «enfoque meramente comercial que, con frecuencia, obliga en la actualidad a evaluar la educación basándose en su funcionalidad y utilidad prácticas».
Allí donde el acceso a la educación sigue siendo un privilegio, la Iglesia debe empujar las puertas e inventar caminos, porque perder a los pobres equivale a perder la escuela misma», agregó.
Sostiene que «la educación católica debe trabajar en la restauración de la confianza en un mundo lleno de conflictos y temores, enfatizando que somos hijos y no huérfanos: de esta conciencia surge la fraternidad».
El texto finaliza animando a las comunidades educativas a «desactivar las palabras» y a promover «lenguajes pacíficos, la reconciliación, construir puentes en lugar de muros».
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