El papa Francisco está experimentando una mejoría en sus problemas respiratorios; sin embargo, su estancia en el hospital continuará por un tiempo prolongado. Tras recibir el alta, deberá mantener una convalecencia extensa en su residencia, la Casa Santa Marta. Por ello, en el Vaticano se está considerando un «plan B» para la celebración de Semana Santa.
La oficina de comunicación de la Santa Sede ha aclarado que, por el instante, no hay decisiones tomadas y que las suposiciones que están circulando en los medios sobre cómo se llevarán a cabo los ritos de la Semana Santa en el Vaticano «son únicamente conjeturas».
La neumonía bilateral que tiene a Francisco hospitalizado en el Gemelli de Roma desde el 14 de febrero se encuentra «bajo control», aunque «no ha sido eliminada» por completo; ya no se requiere ventilación mecánica durante la noche y el siguiente parte médico no se dará a conocer hasta la próxima semana.
Una recuperación progresiva aunque lenta que no sugiere una pronta salida del hospital. En 2023, el papa argentino llevó a cabo todas las ceremonias de Semana Santa justo un día después de ser dado de alta tras una bronquitis, pero en esta ocasión no podrá ser de esa manera.
Por lo tanto, en el Vaticano se ha contemplado una alternativa, como una posibilidad, que podría contemplar, si fuera preciso, la realización de los ritos de Semana Santa sin la presencia del papa, dado que es el momento más álgido de las festividades de la Iglesia católica.
Celebración de Semana Santa
Las celebraciones darán inicio el 13 de abril con la misa del Domingo de Ramos. Por otro lado, la Semana Santa en el Vaticano comenzará del 17 al 21 de abril, iniciándose con el Jueves Santo, que incluye dos misas, una matutina y otra vespertina, además del tradicional lavado de pies. Este último es un acto al que el Papa Francisco solía asistir en una prisión de Roma.
En el Viernes Santo tienen lugar otras dos conmemoraciones, como el Vía Crucis en el Coliseo por la tarde, mientras que el Sábado Santo se lleva a cabo la vigilia, una ceremonia que dura más de tres horas.
Asimismo, se celebra la misa de Pascua el Domingo de Resurrección, la cual finaliza con la bendición Urbi et Orbi desde la Logia de las Bendiciones de la basílica de San Pedro.
De acuerdo con el plan alternativo que han divulgado algunos medios, se han seleccionado ciertos cardenales para llevar a cabo los rituales en representación del papa, de una manera similar a lo que ocurrió en 2005, durante los últimos momentos de la vida de Juan Pablo II. En ese entonces, debido a su grave estado de salud por el parkinson, la responsabilidad fue delegada a sus colaboradores más cercanos. Karol Wojtyla solo apareció el Domingo de Resurrección desde la ventana de su estudio, pero sin la capacidad de hablar.
El modelo de delegar en los cardenales ya se está implementando en las misas programadas para el Jubileo, así como en la celebración del Miércoles de Ceniza, evento que fue oficiado por el penitenciario apostólico, Angelo De Donatis.
Durante la Semana Santa del año en que falleció Wojtyla, cada cardenal designado por el papa presentó un saludo de san Juan Pablo II y ofreció su propia homilía. Por su parte, el entonces secretario de Estado, Angelo Sodano, celebró la misa en la plaza el Domingo de Resurrección y pronunció el mensaje Urbi et Orbi.
Es posible que para esas fechas el papa ya se haya recuperado, por lo que se exploraría la posibilidad de que pudiera asistir a ciertos momentos significativos sin tener que participar en ceremonias extensas, por ejemplo, a través de vídeomensajes o conexiones en directo desde la capilla de su residencia. Detalla EFE.
De acuerdo a ciertas especulaciones, que el Vaticano ha calificado como meras hipótesis, Francisco podría delegar a algunos cardenales la tarea de celebrar en su nombre, tales como el secretario de Estado, Pietro Parolin; el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re; y el vicario de Roma, Bado Reina o De Donatis.
El secretario de Estado, Parolin, al igual que en 2005, será el responsable de leer en nombre del Papa el mensaje del Urbi et Orbi, que incluye menciones a las crisis y conflictos que se viven en el mundo, aunque no lo hará desde el balcón de la basílica, un espacio reservado exclusivamente para los papas.

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