El Real Madrid firmó un nuevo triunfo este martes por 3-1 frente al Stuttgart, sobreponiéndose a las dudas entre paradas salvadoras de Courtois, el estreno en la Champions con gol de Mbappé y la participación decisiva de Modric al rescate a balón parado, con una asistencia a Rüdiger.
Las noches europeas del Bernabéu con las que soñaba Mbappé ya le tienen como gran protagonista. Su bautizo encontró la dificultad aliada entre el sello definido de un Stuttgart que regresó 14 años después a la Champions, jugando como si nada tuviera que perder, y el momento de indefinición futbolístico por el que atraviesa Real Madrid.
Ya es el séptimo partido de la temporada, demasiados para seguir añorando a Kroos, para que falte finura en la conexión de su tridente y para seguir exhibiendo desajustes tácticos que han borrado la sonrisa del rostro de Carlo Ancelotti.
Al técnico más laureado aún no le gusta lo que ve en su equipo. Endeble en el primer acto desde una presión mal ejecutada, desgastado corriendo tras el balón con centrocampistas que llegaban tarde a la marca en fase defensiva y defensas que se sintieron superados.
El rival 112 del Real Madrid en Europa encontró un escenario ideal para exponer su forma de entender el juego. Quiso el balón y le dio buen trato. Encontró espacios para explotar la inseguridad madridista desde el inicio, cuando Millot avisaba a los dos minutos con su disparo cruzado a Courtois, de que nacía una de esas citas de la Liga de Campeones en las que el resultado dependería de su inspiración.
Courtois demostró que está en forma
Y Courtois demostró que anda más fino que la mayoría de sus compañeros. Gracias a su firmeza, Real Madrid no se fue al descanso perdiendo. Ocho disparos, cuatro paradas del portero belga.
Al Stuttgart no le importó que el duelo fuese un intercambio de golpes ni correr el riesgo de ser castigado con un contragolpe que asoma vertiginoso al juntar a Rodrygo, Vinícius y Mbappé.
Es indiferente de la falta de finura en la construcción del juego la seguridad de que Mbappé aparecerá en ataque. Un equipo que recuperaba a Tchouaméni y Bellingham, pero que encontraba la inspiración en el desgaste físico de Fede Valverde para mejorar la intensidad.
Porque Real Madrid temblaba entre la inseguridad de Lucas Vázquez en el lateral, la falta de centímetros de Carvajal como central y de automatismos. La entrada de Militao tras el descanso aumentó la autoridad.
Sintió Stuttgart que una pérdida o un error sería vital en casa del campeón. Perdonó Rodrygo la primera, pero se mostró más fino en el uno contra uno, más eléctrico e incisivo desde la derecha.
El peligro lo ponía Mbappé para avisar a Nübel. Siempre cayendo hacia su izquierda para inventar un pase desaprovechado por Tchouaméni o con disparos con más potencia que colocación.
Los errores en la definición los cometió Stuttgart que en su mano tuvo un guion diferente del partido. Millot perdonó un mano a mano completamente solo tras fallo de Lucas, cruzando en exceso su disparo.
Y se encontró con el paradón a mano cambiada de Courtois que minutos después se hacía grande en una salida a la desesperada para impedir el gol a Führich.
Necesitaba Real Madrid la aparición de Vinícius, referente los últimos años pero alejado aún del jugador desequilibrante que era en cada encuentro. Apenas dos fogonazos para buscar a Mbappé y un disparo que repelió el larguero en el segundo acto en los momentos en los que el viento iba de cara para su equipo.
La madera había evitado antes el gol de Undav, cuando Stuttgart sorprendió en inferioridad en una rápida transición que salvó Carvajal desviando el disparo que cayó sobre el travesaño.
Sin la autoridad que se espera del rey de Europa, en ese ida y vuelta pidió un penalti sobre Bellingham, no señalado, y encontró uno a Rüdiger que el árbitro vio claro en el césped pero que el VAR corrigió posteriormente. La noticia más positiva para el Real Madrid al descanso es que mantenía su portería a cero y que no habíua encajado gol.
Le bastaron 20 segundos de la reanudación para castigar la valentía alemana. Con su línea defensiva en el centro del campo, bastó un pase al espacio a la carrera de Rodrygo, que encontró la imprecisión de Mittelstadt, para que el brasileño pusiese en bandeja el gol en su estreno a Mbappé que marcó a placer.
Fueron los mejores minutos madridistas en el partido, cuando encontró espacios, jugó con velocidad y perdonó lo que podría haber sido la sentencia. Exuberante por momentos, la tuvo Rodrygo que se quiso meter dentro de la portería sin chutar y el disparo a la madera de ‘Vini’.
Pero al Real Madrid le falta continuidad en sus buenos momentos. Comenzó a decaer de nuevo, salvado por enésima ocasión por una mano abajo de Courtois a Leweling, que ya nada pudo hacer a los 68 minutos en un error de marca en acción a balón parado. Un córner que fue de palo a palo en el centro de Leweling al testarazo certero de Undav.
Era el momento de Ancelotti que encontró el sufrido triunfo con sus cambios. Dio entrada a Luka Modric que puso el balón suave desde el saque de esquina a la cabeza de Rüdiger en el primer palo para regalar la victoria a siete minutos del final.
Stuttgart aún se preguntaba cómo podía perder el partido cuando Vinícius perdonó el tercero que firmó en el último segundo del añadido Endrick, que demuestra que tiene gol cada minuto que sale al campo.
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