La vida es un viaje de aprendizaje y aún la ciencia no ha podido averiguar la misión de ser o existir, ni tampoco la fórmula de la felicidad, sin embargo hay varias teorías urbanas que cobran cada vez más vigor, como la de Rosa María Villarroel, quien reside en la parroquia San Vicente del municipio Maturín y hoy a sus 116 años afirma que la alegría es la clave.
Villarroel nació un 30 de agosto, día de Santa Rosa, en Alto Los Barrios, un caserío de Mundo Nuevo, parroquia Urica, municipio Freites del estado Anzoátegui, según su documento de identidad en «1908».
No obstante, una vieja cédula, hoy extraviada, señalaba 1904 como el año de su nacimiento, lo que hace suponer a sus sobrinas que en realidad se trata de 120 felices primaveras de existir y ser una bendición para quienes le rodean.
De Anzoátegui para San Vicente
Rosa María vivió en su natal Urica 88 años, durante los cuales se dedicó a las labores domésticas además de atender el conuco junto a sus 10 hijos.
En 1996 sus amadas sobrinas de Maturín, Flor María e Ivonne Losada, decidieron hacerse cargo de la tía querida y matriarca de la familia, sin saber que sería ella quién terminaría guiando a 4 generaciones por el camino del bien y la felicidad.
Sin temor a especular, los sobrinos en cuarto grado que hoy cuidan a Rosa María en San Vicente afirman que es una personalidad que se encuentra una vez por cada millón de personas.
Tal cálculo tiene base en la capacidad de la longeva mujer para contagiar de ánimo y energía positiva a toda una familia que hoy supera los 300 integrantes entre hijos, nietos, bisnietos y sobrinos de varias generaciones.
Adoptó a Monagas como su tierra
Rosa María, hoy por hoy, es la alegría de la familia Losada Rondón y el alma de la fiesta en cada reunión. Como típicos orientales, si no hay un cumpleaños qué celebrar cualquier excusa inventan con tal de compartir y disfrutar en familia el tesoro de tener a su tía aún con ellos, aún conversadora, alegre y siempre bailadora por excelencia.
Gracias al internet, en cada cumpleaños revive las canciones de joropo, estribillo, merengue campesino y pasodobles que bailó en su juventud con sus amores.
A 100 años de su adolescencia todavía viste con coloridas prendas y sombreros que hacen juego con la bisutería que le obsequian en cada cumpleaños. Asimismo, conserva parte del ímpetu que quizás algunos jóvenes han perdido en la vorágine de la modernidad.
Hoy La Verdad de Monagas fija su foco en esta historia de vida porque evidencia la importancia de ser felices para lograr un viaje pleno en esta experiencia terrenal.
Tras 116 años en medio de los altibajos de la vida cotidiana, Rosa María hoy sonríe más que nunca y refleja una dulzura que inspira a mantener la alegría pese a cualquier adversidad.
«Estamos muy contentos de compartir la vida con nuestra tía maestra, guía y servidora por excelencia, que nos contagia de sus ganas de vivir, pese a las múltiples dificultades que se presentan en el camino», expresó Flor María Losada Rondón, quien dió a conocer esta linda ficha de vida a nuestra audiencia.
Hoy los sobrinos de Rosa María Villarroel tienen como propósito sembrar en cada una de las familias de Monagas el amor profundo por los abuelos, porque sin duda son un gran tesoro en sapiencia y bendición para cada hogar y los mejores ejemplos de resiliencia viviente en esta amada Venezuela.
«Los abuelos no son una carga, son una bendición que debemos cuidar. Los abuelos atesoran una gran sabiduría que nos hace falta para reconducir a nuestra sociedad al rescate de la familia, como núcleo fundamental de la vida. Hay que escucharlos, quererlos y atenderlos con paciencia y amor incondicional, para devolverles aunque sea un poquito del amor que sembraron», sentenció.
Hoy, seguramente, las velitas de tortas de cumpleaños se agotarán en San Vicente en virtud del gran compartir que tendrán los Losada Rondón por el cumpleaños de la mujer quizás más longeva de la zona. ¡Qué vivan la vida, el amor y la familia!
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