Suman décadas el forcejeo por el poder en Venezuela entre dos extremos que son responsables por igual de la tragedia que vivimos.
El oficialismo, arropado bajo las banderas de una ideología que ha fracasado en cualquier nación en la cual se ha intentado implantar, por una parte y por la otra una facción radical opositora, carente de letras pero sobrada de ambición y soberbia, han arruinado a nuestro país y arrojado al destierro a millones.
Al calor de la confrontación estéril la economía se enanizó, la pobreza se generalizó, los problemas se multiplicaron, la crisis -más bien las crisis porque ningún sector escapa- se hizo recurrente.
El modelo fracasado de gestión política-económica y las sanciones extranjeras rogadas fervorosamente por unos cuantos apátridas devinieron en una tormenta perfecta que ha golpeado y continúa golpeando a todos.
¡Ya basta!
No merecemos seguir así, es urgente cambiar para bien, para forjar un mejor mañana, para que Venezuela sea que puede ser el mejor país del mundo.
No hay atajos.
Ni invasiones extranjeras, ni sublevaciones militares, ni insurrecciones de calle, garantizarán cambios pacíficamente que es lo que la gran mayoría anhela.
La gente quiere cambio pero cambio en paz.
Es la vía electoral la única salida.
Solo votando y eligiendo vamos a terminar con esta dramática situación.
Sin tutores de afuera que solo atienden a sus intereses, sin vacilaciones de ninguna naturaleza.
Es urgente que el CNE, oída cuanta opinión sea posible, apruebe un cronograma electoral cuidando cumplir cada requerimiento legal y reglamentario, garantizando la inscripción en el REP de los jóvenes que aun no lo están, asegurando un lapso adecuado de campaña, facilitando la preparación y acreditación de testigos, realizando las auditorías necesarias para transmitir confianza, invitando a la observación internacional, abriendo las puertas de los candidatos a la red de medios pública.
¡Ya basta de esta tragedia, pero también ya basta de lloriqueos! Es la oportunidad de labrarnos un futuro distinto.
Los padres cuyos hijos se han marchado, los abuelos que sobreviven con una pensión o jubilación de miseria, los trabajadores que reciben como remuneración una limosna que para nada alcanza, los productores del campo quebrados, los emprendedores que no logran salir adelante, los comerciantes y empresarios obligados a cerrar puertas, los usuarios de servicios púbicos colapsados, los jóvenes carentes de oportunidad alguna, no pueden esperar más.
¡Ya basta1 que los apetitos de los extremos continúen hundiendo a Venezuela.
¡Elecciones Ya!
Dejemos que los venezolanos y las venezolanas decidamos en las mesas de votación el futuro que queremos.
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