Tres años han transcurrido desde aquella terrible explosión de bombonas en el sector Caño Los Becerros del municipio Piar.
Sus habitantes y sobre todo, las familias afectadas no podrán olvidar jamás lo sucedido.
Aún las heridas pican, arden, pero más duele el haber perdido algún ser querido.
El 28 de diciembre trae los más amargos recuerdos para quienes pasaron más de un mes en terapia intensiva, algunos debieron recibir injertos de piel como Rosanyer Brito.
«Tengo mi hijo de 16 años y también se quemó pero fue más leve, yo estuve en terapia intensiva, me quemé la cara, el cuello, el cabello».
Otra de las cosas que se les ha hecho más difícil es lo económico, debido a que tuvo que dejar de trabajar, incluso su esposo también tuvo que hacerlo para poder cuidarla a ella y su menor hijo.
«Todo sale de lo que costea mi esposo porque a nosotros nadie nos ayuda», comentó.
Muy difícil ha sido la vida para Yamili Romero, quien perdió dos de sus tres hijos.
«Ha sido bastante difícil porque a pesar de que han pasado tres años, es como que estuviera reciente, es difícil olvidar, cada vez que pienso en ellos. Hace unos días recordaba los sacrificios para sacar su cédula. Ella quería ser una mujer grande».
Emili y Enderson Leonett fueron trasladados al estado Bolívar donde perdieron la vida posterior a lo sucedido.
«Quisiera que haya responsables de lo sucedido, que no queden las cosas así. Esperamos que nos ayuden, que la empresa o persona se hagan responsables de esto y así cada uno de los afectados puedan tener con quien contar y ayudarse».
«Sé que con esto no voy a recuperar a mis hijos, pero por lo menos tengo otros hijos que me ayudarán con ellos».
Ahora sus hijos tendrían 15, Emili y 12 Enderson, «cada vez que recuerdo esto me da rabia, porque salí a comprarle zapatos a mi hijo, los dejé durmiendo y cuando regreso me encontré con esto, mis hijos eran inocentes y aunque no podemos contradecir a Dios, me da rabia. Pido a Dios que me de fuerza para seguir adelante por los hijos que me quedaron y poder verlos crecer», dijo consternada aún por la terrible tragedia.
Las familias afectadas han hecho sacrificios para poder costear los medicamentos, las cremas que sirven para aliviar la picazón y ardor de la piel, sobre todo en las noches y con el agobiante calor.
A tres años hacen rifas y aportes entre familias y amigos
Recuerda Marisela Suárez, que las bombonas sonaban y de pronto sintió algo frío en las piernas y corrió hasta que se imaginó que su familia estaría calcinada.
«Pido a Dios que me de fortaleza para seguir adelante, ver mi cuerpo ahora y recordar cómo era es terrible».
Así se refiere al problema que le ocasionaron las quemaduras de aquella explosión en la que pudo haber perdido la vida.
«Ahora no puedo agarrar sol, imagina las personas que están quemadas completas que deben abrigarse completamente».
En cuanto al pueblo, destacó que nada ha cambiado, el agua la toman del sector Banco de Acosta.
«Mi vida cambió 100%, es desesperante lo que se siente, no a todos les tocó la donación de aire ni ventiladores, nos atendieron hasta cierto tiempo, pero las nuevas autoridades no han continuado la ayuda de 200 bolívares y cremas que no alcanzó para todos», refirió Marisela.
El caso a Caracas
Por su parte, el abogado que lleva el caso, Luis Díaz, resalta que un grupo de familias afectadas viajó a la ciudad de Caracas para solicitar al Fiscal General, Tarek William Saab, una nueva investigación del caso por supuestas irregularidades.
Además acudieron a la oficina de la Organización de las Naciones Unidas (Acnudh) a consignar un informe del caso, amparados en el artículo 30 de la Constitución de la República y el 281 numeral II, referido a la Defensoría del Pueblo.
Secuelas
En el caserío, los habitantes sufren las secuelas psicológicas, físicas, económicas y familiares que dejó como consecuencia 28 personas lesionadas, 17 recuperadas, pero con problemas de la vista y audición, además de nueve fallecidos.
Han transcurrido tres años desde entonces y las autoridades parecen haber olvidado lo sucedido y las necesidades de los sobrevivientes que esperan contar con la ayuda de medicamentos debido a que quedaron prácticamente inhabilitados para trabajar y poder costearse los insumos por las secuelas que la tragedia les dejó.
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