El pasado viernes 14 asistí, telemáticamente, al lanzamiento desde Santiago de Chile del Informe “Perspectivas económicas de América Latina 2023. Invirtiendo para un desarrollo sustentable”.
Elaborado por Naciones Unidas, CEPAL, CAF, la Comisión Europea y OCDE se acerca mucho al publicado en Octubre del 2023 por el Banco Mundial titulado “Informe Económico América Latina. Conectados: tecnologías digitales para la inclusión y el crecimiento”.
Escuché con mucha atención las intervenciones del presidente Noboa, del secretario Cormann y la directora Arnadottir de la OCDE, de Salazar-Xirinachs de CEPAL, Sanker de la UE y Suárez Migliozzi de la CAF. Seguidamente las de una larga lista de ministros y altos funcionarios públicos y también privados de distintos países del continente en los paneles de discusión programados.
El fin de semana dediqué horas a leer y releer el informe en su versión en inglés “Latin American Economic Outlook 2023: Investing in Sustainable Development”, ya que increíblemente tratándose de una investigación sobre América Latina a esta hora aún no se publica en castellano.
De entrada un hecho vergonzoso: no hay mención relevante sobre Venezuela, no se nos incluye sino en unas pocas palabras que muestran el porqué de la exclusión. No me sorprendí porque ya en el informe del Banco Mundial observé que no se consideraba al país.
Existen Antigua y Barbuda, Argentina, Aruba, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Cayman Islands, Chile, Colombia, Costa Rica, Curazao, Dominica, Dominicana, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Saint Kitts y Nevis, Saint Lucia, Saint Vincent y las Granadinas, Saint Maarten, Surinam, Trinidad and Tobago, Turks y Caicos, Uruguay pero no Venezuela.
¿No somos nada? ¿Venezuela no merece n siquiera un comentario por parte de Naciones Unidas, CEPAL, CAF, la Comisión Europea, OCDE y el Banco Mundial en sus informes anuales?
Meses atrás me reuní en Washington, junto con el diputado Oscar Ronderos, de manera informal con directivos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo a quienes un par de años atrás había visitado acompañando a Larissa, entonces diputada a la Asamblea Nacional por Delta Amacuro. De entre mucho que nos plantearon sobresalió que Venezuela no exhibía desde 2014 datos fiables, oficiales, de los distintos ítems de su economía por lo cual cualquier organismo internacional se le hacía imposible llegar a conclusiones serias y mucho menos hacer recomendaciones.
El asunto de la opacidad en la data, o la falta absoluta de esta de manera pública y confiable, va más allá de nuestra desaparición de los reportes de entes marcados por el profesionalismo más severo. No olvido lo que en esa ocasión nos advirtió uno de los directivos del BID, palabras más, palabras menos:
“Cuando tengan otro gobierno que entienda que debe insertarse en la comunidad financiera internacional para obtener los recursos que se necesita para sacar a su país adelante se van a encontrar que su principal cuello de botella será la inexistencia de data. Se llevarán meses, quizás más de un año, en sólo ponerse al día con la información que va a exigir cualquier ente externo sujeto a apoyarles financieramente”.
Mulilateralalismo; integración regional; “no podemos solos”; una década más pérdida en el subcontinente -que diríamos de Venezuela-; el rezago es mayor con el resto del mundo; no son optimistas las perspectivas de crecimiento, fueron expresiones de las más repetidas en buena parte de las intervenciones en Santiago de Chile.
Conclusiones
“América Latina y el Caribe necesita una agenda de inversiones ambiciosa e integral para emprender una trayectoria de desarrollo más sólida y sostenible. La 16ª edición de Perspectivas Económicas de América Latina propone formas de hacerlo posible a través de acciones coordinadas por parte de los responsables de la formulación de políticas, el sector privado y los socios internacionales. Sostiene que para cerrar las brechas de inversión existentes y superar los desafíos estructurales de la región, es esencial aumentar la inversión nacional y extranjera. Estas inversiones deberían ser un catalizador para empleos de mejor calidad y una estructura productiva mejorada, aprovechando el potencial de las dotaciones de la región y de las transiciones ecológica y digital. La mejora de la gobernanza y la información son fundamentales para promover inversiones públicas y privadas eficaces y eficientes.
Las instituciones públicas son fundamentales para alinear las inversiones con las estrategias nacionales de desarrollo y, al mismo tiempo, construir contratos sociales más sólidos. El informe presenta una serie de opciones para financiar esta nueva agenda de inversiones, incluidos instrumentos de deuda innovadores y un papel renovado para las instituciones financieras de desarrollo. También destaca la importancia de revitalizar las asociaciones internacionales en toda la agenda de inversión”.
Hay treinta trillones de dólares disponibles, en una veintena de entes multilaterales y de desarrollo, para la inversión en decenas de proyectos, afirmaron en el encuentro del pasado viernes 15.
A partir del 2024 Venezuela va a necesitar cuantiosas cantidades de dinero para salir de la megacrisis que a todos afecta, dinero para invertir, para generar empleos de calidad con buenos salarios, para convertirnos como podemos ser en el mejor país del mundo.
Pasadas las elecciones presidenciales, el nuevo gobierno debe priorizar la reinserción de Venezuela en la comunidad internacional y fajarnos todos muy duro para asegurar, con viejos y nuevos aliados, el mejor mañana posible.
Por: Luis Eduardo Martínez
Diputado a la AN.
Lea también:
Opinión pública y estimaciones de la recuperación económica