Mientras más sobrevaluada esté una moneda, más baratas serán las importaciones para el país y menos exportables serán sus productos. Es decir, que la sobrevaluación es como un “autogol” pues genera una falsa ilusión de bienestar (“ta’barato, dame dos”), mientras induce la dependencia, el desempleo y empobrecimiento. Para corregir la sobrevaluación, la primera idea que salta a la mente es la devaluación. En nuestro caso, la sobrevaluación del 556%, correspondiente a la diferencia entre los porcentajes acumulados de la inflación y la devaluación desde principios de 2019. Ese diferencial es tanto como de Bs. 32 a 178 por US $.
Si tomásemos el enfoque de la devaluación para hacer más exportables nuestros productos, etc., estaríamos cayendo en la trampa contraria al “ta’barato”: Devaluar en más del 500% para lograr un “tipo de cambio competitivo” sería empujar el país al colapso económico, político, social, moral y cultural. Regresaríamos a las macro devaluaciones, hiperinflación y recesión de 2014-2018.
No crea que hemos sido tan inteligentes y tan bien asesorados por los multilaterales como para nunca haber devaluado hasta un tipo de cambio “competitivo” corrigiendo de golpe la sobrevaluación. Ese error lo hemos cometido muchas veces: Desde el “viernes negro”, 18 03 83, hasta la fecha, hemos ensayado casi todo el menú de políticas cambiarias (Cambio Fijo, Cambios Múltiples, Cambio Flotante (“limpio” y “sucio”), Dolarización, etc., y nunca hemos logrado equilibrar la economía, ni sostener su crecimiento. El agravante es que han maquillado el fracaso con las Reconversiones Monetarias: Nuestro tipo de cambio hoy no es de Bs. 32/$, sino 3.200.000.000.000.000/$, léase “tres mil doscientos billones de Bs. por dólar”.
Otras rutas para crecer sostenida y equilibradamente son 1. La creación de bloques económicos regionales, el más notable: La Unión Europea y, 2. Aumentar la productividad. Elbar Ramírez, et. al., en su artículo, “La Tasa de Cambio: ¿Es Gerenciable?, llegan a la conclusión de que la… “productividad de las empresas de un país es la base… sobre la cual se establece… el tipo de cambio. Por lo que es evidente que el poder del dólar en el mundo se sustenta en el alto nivel de productividad de Estados Unidos…; así mismo la debilidad de la moneda venezolana a mediados del 2004 se debe a la brusca caída de los indicadores de productividad de ese país inducidos por problemas de diversa índole, entre ellos el político.”
A esta misma conclusión llega Verónica Cerezo García en “Tipo de cambio y crecimiento económico en México”:.. ”durante 2001-2018 la tasa de inflación se mantuvo baja y estable en México y el crecimiento económico registró una tasa promedio anual de 2.5%, a pesar del constante aumento en las exportaciones. Un notable estancamiento de varias economías de América Latina indujo a algunos autores a argumentar que el origen de ese lento crecimiento estribaba en que los bancos centrales apreciaron el tipo de cambio para anclar la inflación (como en Venezuela), por lo que, para acelerar el crecimiento económico, propusieron un tipo de cambio competitivo.” Para comprobar esta hipótesis, Cerezo elaboró un modelo econométrico, llegando a la conclusión de que, durante 1993-2018, un tipo de cambio estable y competitivo NO aceleró el crecimiento económico.
En esta misma dirección, el modelo Solow-Swan plantea que, al diseñarse un modelo de crecimiento, éste no debería basarse exclusivamente en la acumulación de factores de producción (tierra, capital y trabajo), sino también en la productividad. El comportamiento de los factores de producción para generar productividad depende de una cantidad de factores. Estos se evidenciaron, por ejemplo, en los estudios sobre los “tigres asiáticos”: Sus altas tasas de crecimiento apoyadas, de manera sostenida, en incrementos de productividad ininterrumpidos estuvieron asociadas a la sobrevaluación para adquirir tecnología e importar maquinarias y tecnologías artificialmente abaratadas por la sobrevaluación. Debiendo destacarse que los grupos económicos no usaron las divisas baratas para fugar capitales, sino para invertir y producir con alta productividad, lo cual compensa la pérdida de competitividad que supone la sobrevaluación. Estas economías experimentaron con una activa intervención del Gobierno para proveer incentivos a la producción y al consumo. Lo anterior ocasionó que el modelo basado en competencia perfecta y libre mercado cayera en controversia.
En otras palabras, las políticas que le devolverían solidez y estabilidad al bolívar NO serán las que restringen la liquidez, sino las que impulsen la oferta y la productividad. Es decir, que al paquete actual de liberación de precio y del uso de divisas, hay que añadirle políticas consensuadas entre el gobierno y las empresas. Políticas que empresarios y trabajadores deberíamos cabildear juntos. Agradezco a mi amigo Alejandro Sucre haberme insistido en reflexionar sobre estos conceptos.
@joseagilyepes
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