El ingenio popular se une a la tradición venezolana que año tras año condena las conductas impropias de los malportados lanzándolos a una hoguera en la quema de Judas.
Hay sectores monaguenses que conservan esta tradición que es propia del domingo de resurrección, una reunión popular donde la comunidad lee un testamento antes de proceder a la quema del muñeco seleccionado del año.
En el caso de la calle El Tubo de Las Cocuizas decidieron quemar la trama de corrupción por una cifra incalculable de dólares en Pdvsa, la principal corporación del país que quedó arruinada por desalmados sin importarles las consecuencias.
La representaron con un muñeco relleno de tela vieja y papel, fue vestido con una braga, sus botas de seguridad y un casco para significar la corrupción en la estatal petrolera.
No se salvaron
Los políticos de todas las tendencias no se salvaron. Sectores en los distintos sitios de Monagas también quemaron a Guaidó, María Corina, a Capriles, pero el más odiado de este año fue el exministro de Petróleo, Tareck El Aissami por la trama de corrupción en Pdvsa, como ocurrió en la calle El Tubo de Las Cocuizas.
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